Entre los libros incorporados recientemente a nuestra biblioteca, por donación del Dr. Aguilera Aragón, hay varios que tratan sobre el gran pintor aragonés Francisco de Goya. Uno de ellos lleva por título Yo soy Goya. La Zaragoza que viví. 1746-1775 y es el catálogo de una gran exposición que la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, la Fundación Ibercaja y el Ayuntamiento de Zaragoza, organizaron en la Lonja del 30 de marzo al 25 de junio de 2003, de la que fue comisario D. Domingo Buesa Conde.
Con textos iniciales de la Vicealcaldesa
Dª. Sara Fernández Escuer y del Presidente de la Fundación Ibercaja D. Amado
Franco Lahoz, el catálogo incluye los siguientes estudios, todos ellos de gran
interés:
“Francisco de Goya, aragonés y vecino
de Zaragoza” (Domingo Buesa Conde); “Expresiones de amistad en torno a Goya”
(Juan Carlos Lozano López); “Goya en la familia Bayeu” (José Ignacio Calvo
Ruata); “Goya en casa. Del objeto escrito al objeto pintado” (Carmen Abad
Zardoya); “Paseando la mirada: derivas goyescas entre Zaragoza y Burdeos”
(Malena Manrique Ara); “Los registros lingüísticos de Goya (Juan Antonio Frago
Gracia); y “Goya y las guitarras” (Ines Serrano Arnal y Armando Serrano
Martínez). Al final se inserta el catálogo de todas las obras expuestas con las
fichas realizadas por Samuel Ortiz Larriba.
Otra de las obras incorporadas es Francisco
de Goya. Tauromaquia, que la Asociación Española “Amigos de Goya” publicó
en 1998. Su autor es el Dr. D. Luis Rubio Gil, fallecido hace dos años, que en
aquellos momentos era el Secretario General de la Asociación.
En el librito de 48 páginas se reproducen
todos los grabados de la serie sobre la Tauromaquia, con breves comentarios
descriptivos de cada uno de ellos, junto con un bosquejo inicial sobre el
ambiente torero en la época de Goya.
El Presidente de la Asociación, en su
presentación, comenta que los grabados fueron un fracaso comercial, a pesar de
lo cual el pintor tuvo a sus cobres en gran estima. Destaca, asimismo, el protagonismo
del toro en todos ellos, al que Goya supo captar con maestría, al mismo tiempo
que ofrecía una visión imprescindible para conocer la historia de la
Tauromaquia y de algunas de sus suertes.
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