Esta es la imagen que ofrecía la Aljafería cuando todavía era sede del Cuartel del Príncipe y de diversos organismos militares. La que hoy vemos es, en gran medida, fruto del empeño personal del arquitecto D. Francisco Íñiguez Almech que, como ayer comentamos, fue con el marqués de Lozoya el responsable de la recuperación del monumento.
D. Francisco estaba muy vinculado, por
su familia materna, con la ciudad de Zaragoza. Había sido arquitecto
restaurador del cuerpo de arquitectos conservadores de Zona durante la Segunda
República. Después de la guerra llegó a ser comisario general del Servicio de
Defensa del Patrimonio Artístico Nacional y fue quien vislumbró que de entre
los muros y la tabiquería del cuartel decimonónico podían encontrarse restos
importantes del edificio islámico y a ello dedicó toda su vida, llegando a
convertirse en toda una obsesión.
Para poder llevar a cabo su propósito,
siendo Alcalde de Zaragoza D. José María García Belenguer, se procedió a
constituir el Patronato de la Aljafería, iniciándose las conversaciones con las
autoridades militares para lograr la cesión de la parte monumental del conjunto
del palacio, lo que se hizo efectivo en 1954, siendo Alcalde D. Luis Gómez
Laguna.
Tras esa cesión, a la que
posteriormente siguieron obras, Íñiguez inició la consolidación de muchas
partes del edificio, que se encontraban en deficiente estado y, al mismo
tiempo, inició una apasionante búsqueda de restos entre los muros, que tenía
mucho de labor arqueológica.
Recordamos muy bien el momento en el
que, junto a la puerta de acceso, descubrió los cimientos de dos torreones
semicirculares. Nos los mostró D. Antonio Beltrán, al término de una de esas
interesantes conferencias que impartía y, con él recorrimos las obras que se
estaban llevando a cabo. ¡Qué lástima que en aquella época no dispusiéramos de
cámaras fotográficas!
A D. Francisco el descubrimiento le
apasionó y decidió reedificar los torreones y rodear con otros similares todo
el perímetro. No pudo lograrlo en su totalidad, pero los que hoy vemos son
fruto de esa idea, inspirada en conceptos que hunden sus raíces en actuaciones
similares en Francia y que hoy son objeto de controversia.
Íñiguez murió en 1982 y, hasta ese
momento, siguió dedicado personalmente a la reconstrucción de la Aljafería.
En los años 80 del pasado siglo, toda
la Aljafería fue incluida en la llamada “Operación Cuarteles” y el edificio se
convirtió en sede de las Cortes de Aragón. En mayo de 1986, el Príncipe de
Asturias, que entonces cursaba estudios en la Academia General Militar, colocó
la primera piedra del ambicioso proyecto de restauración.
Los arquitectos Luis Franco y Mariano
Pemán fueron los encargados de llevar a cabo todo el proceso de restauración,
con el que lograron los máximos reconocimientos nacionales e internacionales.
También fueron los que restauraron la Seo zaragozana y, en Borja, intervinieron
con gran acierto en la rehabilitación de un histórico edificio, aunque no
pudieron culminarla al ser apartados de los trabajos, como más tarde ocurriría
con el arquitecto que había restaurado el monasterio de Rueda.
Las fotografías de Jarke que nos ha donado el
Dr. Aguilera Aragón corresponden a esa fase de los trabajos y, entre ellas,
hemos seleccionado las que hoy publicamos, aunque tenemos más.
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