Entre las fotos que el Dr. Aguilera Aragón nos entregó recientemente se encuentra esta otra de nuestro compañero José Antonio Gracia Tabuenca (JARKE). Es muy bonita y pretendíamos ofrecerla como problema para que nuestros lectores pudieran identificarla, aportando el dato de que pertenece a un edificio propiedad de Ibercaja, entidad para la que José Antonio realizó numerosos reportajes fotográficos.
Pero, muy probablemente, todos hubieran sabido que se trataba del precioso ventanal existente en la llamada “Casa del Deán” de Zaragoza, un edificio construido en el siglo XIII, como residencia del presidente del cabildo catedralicio, uno de los cuales decidió construir ese arco, en 1293, para enlazar su casa con la catedral.
A finales del siglo XVI, el edificio
sufrió importantes reformas que, entre otras cosas, afectaron al pasadizo donde
fueron cerrados los ventanales y abierto un balcón. Con este aspecto llegó
hasta mediados del siglo XX, cuando el edificio se encontraba prácticamente abandonado.
Fue entonces cuando lo adquirió la Caja de Ahorros y Monte de
Piedad de Zaragoza que encomendó su recuperación a los arquitectos D. Teodoro
Ríos Balaguer y D. Teodoro Ríos Usón. En 1958, se llevó a cabo una completa
reforma de todo el conjunto, en la que se procuró respetar todos los elementos
históricos del edificio. Se descubrieron entonces los antiguos ventanales
góticos, que fueron rehechos y desplazados de su ubicación original para
centrarlos en el arco.
Como muy bien se aprecia en la foto de Jarke, los de la
derecha parecen ajustarse mejor al aspecto original, mientras que el de la
derecha da la impresión de ser una recreación, aunque no tenemos datos
precisos.
El arco del Deán, junto a la Seo y la plaza de San Bruno es
uno de los rincones más bonitos de Zaragoza. Desgraciadamente, la casa
completamente restaurada y acondicionada con obras de Arte no se puede visitar,
por lo que debemos contentarnos con la visión exterior, atreviéndonos a cruzar
bajo el arco, sin temor a la leyenda.
Según ella, como el deán que quiso construirlo no disponía de
los fondos precisos los solicitó al ayuntamiento y, comoquiera que su petición
no fue atendida, se dirigió al demonio que acudió presto en su ayuda, con una
condición: Lo haría en una noche pero las almas de todas las personas que
pasaran bajo él, a lo largo de los siglos, quedarían en su poder.
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