Siguiendo con los dibujos de D. Federico Bordeje conservados en el Centro de Estudios Borjanos, hoy vamos a referirnos a los que realizó del arco de Sayón, en el primer tercio del siglo XX.
La existencia de este arco, en un
extremo de la ciudad ha inducido a error, dado que hubo quienes consideraron
que se trataba de una de las puertas del recinto amurallado, que nunca llegó
hasta allí.
Por un error de interpretación,
basado en fuentes orales, desde nuestro Centro sugerimos la existencia de una
“judería baja”, complementaria de la que se encontraba en el interior del
Cinto. El hecho, aún demostrable que la puerta del arco se abriera hacia el
interior del espacio que delimita, nos inclinó a pensar que correspondía a un
recinto, alejado del casco urbano, protegido con una cerca y con una puerta
que, como hemos dicho, se abría hacia su interior. Fue el Prof. Motis quien
descartó por completo esa hipótesis de una segunda judería, pero seguíamos sin
poder interpretar correctamente qué era lo que, actualmente, se sigue llamando
“el palacio”.
Todo cambió cuando pudimos
documentar que se trataba de un finca de recreo de la familia Vera, los
propietarios de la Casa de las Conchas, cuya logia es idéntica a la del
“palacio”, aunque construida sobre un edificio anterior.
En el testamento otorgado, en 1683,
por la última descendiente de los Vera, Dª María Agustina Hipólita de Gurrea y
Vera, condesa de Castellflorit, se legaba a su sobrina Dª Lorenza Agustín,
esposa del conde de Fuenclara, las casas que la condesa tenía en el barrio de
San Juan y “que comúnmente las dicen palacio”, con su huerta, jardines y
corrales. Era, por lo tanto, una finca de recreo, dotada de todo lo necesario
para hacer grata la estancia, que estaba cercada y a la que se accedía por una
gran puerta.
En ella se encontraba el IV conde
de Fuenclara en 1706, cuando los austracistas iniciaron las operaciones para
reducir a los borjanos que permanecían fieles a Felipe V y, aunque inicialmente
decidió permanecer allí, ante el rápido avance de las tropas enemigas tuvo que
huir precipitadamente, para refugiarse en Villava (Navarra), en casa de su
prima la marquesa de Lazán.
Tras esa digresión, aclarando
definitivamente la historia del palacio y de la puerta, este es el aspecto del
arco de Sayón, tras una reforma relativamente reciente, como podemos constatar
con el dibujo de Bordeje. Sin embargo, existen ciertos vestigios que nos
muestran la rigurosidad con la que D. Federico Bordeje realizaba estos dibujos,
haciendo referencia a pequeños detalles que aún hoy son visibles.
Lo primero que nos llama la
atención es que el arco que todos hemos conocido en forma de medio punto, en
los dibujos de Bordeje está representado como de herradura. En el texto que lo
acompaña se indica “el arco es muy alto y ancho y tiene algo, muy poco, de
herradora”. De ser así, respondería a una tipología anterior
Al mirar el arco desde su parte
interior podemos ver como sí que tiene algo de herradura, aunque muy
poco como señalaba Bordejé. Esto nos hace pensar que en la reforma antes
mencionada fue alterada su tipología sustancialmente.
Bordeje dibujó ambos lados del
arco. En su lado exterior, además de la rectificación de la forma del arco
podemos ver como el remate o parte superior del arco ha sido modificada
sustancialmente. De los dibujos podemos
suponer que el arco tuvo mayor altura ya que la hornacina central se muestra
incompleta. También parece que estuvo decorado con “un friso de azulejos de colores”
en colores “verde y azul” como indica en otra anotación y del que dice “falta
ya casi la mitad”. De hecho, hay quienes llegaron a ver lo que quedaba de esos
azulejos, los últimos de las cuales fueron retirados por un funcionario
municipal, que los guardó en su casa.
También podemos ver una falta de material en una sus jambas, si observamos el estado actual del arco aun es visible donde se situaba esa falta y como fue reintegrada, lo que nos hace pensar en el rigor que puso D. Federico Bordeje a la hora de realizar sus trabajos. Vemos como el remate actual dista mucho del original y se aprecia claramente cual fue la parte sustituida.
En su parte interior señalaba el cabecero
con los goznes sobre los que pivotaba la antigua puerta de madera que cerraba
el recinto. La disposición de las mismas, abriéndose al interior del palacio,
demuestra que no se trataba de una puerta de las murallas, sino que, como hemos
comentado, cerraba el recinto de esa finca de recreo.
Como vengo comentando, la conservación
de elementos como este arco; el cercano palacio, así como el lavadero o el
propio embalse de Sayón podrían servir como un reclamo turístico y como
revitalización de una de las zonas mas olvidadas y degradadas de la ciudad.








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