miércoles, 11 de junio de 2025

La campana llamada “Don-Don” en Santa María

 

         Tras el artículo que ayer dedicamos a la carraca, proseguimos nuestro recorrido por los campanarios de Santa María con la descripción de la campana que se conoce con el nombre de “Don-Don”, situada en la parte superior del segundo cuerpo de la torre situada junto al pórtico de la colegiata.

 

         Es una campana de gran tamaño que no gira, pues está fija en una viga de madera sobre la que se encuentra la “carraca”, como decíamos ayer.


         Por lo tanto, se hace sonar golpeando su lengua o badajo por medio de una cuerda. Es un sonido profundo que se intercala con el de otras campanas en diferentes toques. Con tres toques anunciaba el momento de la Consagración en las misas. Más frecuentemente se asociaba con expresiones de dolor y sentimiento, pues era utilizada en el toque de “agonía”, anunciando con 32 golpes secos el fallecimiento de una mujer o con 33 si se trataba de un varón. Un toque diferentes al de “agonía” que se realizaba con la campana llamada “Capitular”.

 

         Está decorada con una gran cruz y dos inscripciones que discurren por la parte superior e inferior de la campana.

 


         La inscripción superior reza: “SANTA MARIA ASSUMPTA ORA PRO NOBIS. AÑO 1831”. Es curioso que la segunda parte de la misma se encuentra en muy mal estado, a pesar de ser relativamente moderna.

         Nos encontramos, por lo tanto, con una campana dedicada a la Asunción de la Virgen que, por otra parte, es la titular de la colegiata.



         En la parte inferior, en mejor estado, puede leerse “LAUDATE EUM IN CIMBALIS BENESONANTIBUS. LAUDATE EUM IN CIMBALIS IUBILATIONIS” que corresponde a los versículos 5 y 6 del salmo 150, seguido de la expresión  “DOMINUM LAUDATE”. Su traducción vendría a ser: “Alabadlo con címbalos que suenen bien. Alabadlo con címbalos de júbilo. Alabad al Señor”. El címbalo era un instrumento musical, parecido a los platillos que se utilizaba en ceremonias religiosas de la antigüedad y que, en este caso, se relaciona con la propia campana.

         En la campana no aparece el nombre de fundidor que la realizó. Sin embargo, a través de la documentación de los Libros de Gestis del cabildo, sabemos que fue construida por Manuel de Argos y Marcelino de la Sierra, maestros campaneros de la provincia de Santander.

         Sobre Manuel de Argos nos ofrece información esa excelente obra que es la Enciclopedia de Maestros fundidores de campanas de Cantabria, de Luis de Escallada González y Juan Arnaiz de Guezala. Había nacido en Isla y era hijo de Juan Antonio de Argos Corral, también maestro fundidor de campanas, y de María de los Corrales Pita. Estuvo casado con María de Quintanilla, con la que tuvo varios hijos, algunos de los cuales murieron siendo niños. Falleció en 1861.

         En la Enciclopedia se recoge la información publicada en el blog del Centro, incluyendo la imagen del “Don Don”. En cambio, no hemos encontrado información sobre Marcelino de la Sierra, salvo que también era de origen transmerano.


         Para fundir el “Don Don” utilizaron el metal de la anterior campana que pesaba 43 arrobas y 13 libras, así como otra pequeña que pesaba 1 arroba y 33 libras. El nuevo “Don Don” pesó 45 arroba y 10 libras, siendo su coste “setenta duros y 32 maravedíes”. Fue entregada a comienzos de septiembre de 1831.

         En la citada Enciclopedia se indica que Manuel de Argos trabajó en otros lugares de Aragón. Concretamente en Plenas (Zaragoza) donde fundió una campana nueva para su iglesia, la cual le adeudaban muchos años después, encomendando, en 1855, a su hijo Antonio de Argos Quintanilla para que se trasladara a esa localidad con el fin de cobrar los 660 reales que se le debían.

         El apellido “Argos” fue frecuente entre los campaneros cántabros y, en 1866, fue Andrés de Argos quien realizó la campana conocida como “La Pilara” de la basílica del Pilar, la cual lleva, curiosamente, una inscripción con los mismos versículos del salmo 150 que aparecen en la de Borja.


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