Tras el artículo que ayer dedicamos a la carraca, proseguimos nuestro recorrido por los campanarios de Santa María con la descripción de la campana que se conoce con el nombre de “Don-Don”, situada en la parte superior del segundo cuerpo de la torre situada junto al pórtico de la colegiata.
Es una campana de gran tamaño que no
gira, pues está fija en una viga de madera sobre la que se encuentra la
“carraca”, como decíamos ayer.
Por lo tanto, se hace sonar golpeando
su lengua o badajo por medio de una cuerda. Es un sonido profundo que se
intercala con el de otras campanas en diferentes toques. Con tres toques
anunciaba el momento de la Consagración en las misas. Más frecuentemente se
asociaba con expresiones de dolor y sentimiento, pues era utilizada en el toque
de “agonía”, anunciando con 32 golpes secos el fallecimiento de una mujer o con
33 si se trataba de un varón. Un toque diferentes al de “agonía” que se
realizaba con la campana llamada “Capitular”.
Está decorada con una gran cruz y dos
inscripciones que discurren por la parte superior e inferior de la campana.
La inscripción superior reza: “SANTA
MARIA ASSUMPTA ORA PRO NOBIS. AÑO 1831”. Es curioso que la segunda parte de la
misma se encuentra en muy mal estado, a pesar de ser relativamente moderna.
Nos encontramos, por lo tanto, con una
campana dedicada a la Asunción de la Virgen que, por otra parte, es la titular
de la colegiata.
En
la parte inferior, en mejor estado, puede leerse “LAUDATE EUM IN CIMBALIS
BENESONANTIBUS. LAUDATE EUM IN CIMBALIS IUBILATIONIS” que corresponde a los
versículos 5 y 6 del salmo 150, seguido de la expresión “DOMINUM LAUDATE”. Su traducción vendría a
ser: “Alabadlo con címbalos que suenen bien. Alabadlo con címbalos de júbilo.
Alabad al Señor”. El címbalo era un instrumento musical, parecido a los
platillos que se utilizaba en ceremonias religiosas de la antigüedad y que, en
este caso, se relaciona con la propia campana.
En
la campana no aparece el nombre de fundidor que la realizó. Sin embargo, a
través de la documentación de los Libros de Gestis del cabildo, sabemos que fue
construida por Manuel de Argos y Marcelino de la Sierra, maestros campaneros de
la provincia de Santander.
Sobre
Manuel de Argos nos ofrece información esa excelente obra que es la Enciclopedia
de Maestros fundidores de campanas de Cantabria, de Luis de Escallada
González y Juan Arnaiz de Guezala. Había nacido en Isla y era hijo de Juan
Antonio de Argos Corral, también maestro fundidor de campanas, y de María de
los Corrales Pita. Estuvo casado con María de Quintanilla, con la que tuvo varios
hijos, algunos de los cuales murieron siendo niños. Falleció en 1861.
En
la Enciclopedia se recoge la información publicada en el blog del
Centro, incluyendo la imagen del “Don Don”. En cambio, no hemos encontrado
información sobre Marcelino de la Sierra, salvo que también era de origen
transmerano.
Para
fundir el “Don Don” utilizaron el metal de la anterior campana que pesaba 43
arrobas y 13 libras, así como otra pequeña que pesaba 1 arroba y 33 libras. El
nuevo “Don Don” pesó 45 arroba y 10 libras, siendo su coste “setenta duros y 32
maravedíes”. Fue entregada a comienzos de septiembre de 1831.
En
la citada Enciclopedia se indica que Manuel de Argos trabajó en otros
lugares de Aragón. Concretamente en Plenas (Zaragoza) donde fundió una campana
nueva para su iglesia, la cual le adeudaban muchos años después, encomendando,
en 1855, a su hijo Antonio de Argos Quintanilla para que se trasladara a esa localidad
con el fin de cobrar los 660 reales que se le debían.
El
apellido “Argos” fue frecuente entre los campaneros cántabros y, en 1866, fue
Andrés de Argos quien realizó la campana conocida como “La Pilara” de la
basílica del Pilar, la cual lleva, curiosamente, una inscripción con los mismos
versículos del salmo 150 que aparecen en la de Borja.
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