martes, 30 de noviembre de 2021

Castillo de Olite

         La postal, aunque llamativa, no hace justicia a la importancia del que más que castillo fue un espectacular palacio, residencia de los reyes de Navarra, desde Carlos III el Noble y que, en su momento, fue considerado uno de los más importantes de Europa, tanto por sus construcciones como por contar entre sus muros con hermosos jardines y hasta un zoológico.


         El complejo que ahora puede admirarse está constituido por dos palacios, el viejo y el nuevo, entre los que se alzaba el llamado palacio de la reina que no se conserva.



         Desde el momento en el que el reino de Navarra fue conquistado el palacio comenzó su decadencia ya que sólo de manera esporádica fue residencia de los virreyes. Pero su ruina definitiva se produjo cuando, a finales de la Guerra de la Independencia, Espoz y Mina ordenó incendiarlo. Conviene recordar que no fue el único daño ocasionado al Patrimonio español por este famoso guerrillero, carente de la más mínima sensibilidad y obsesionado con la posibilidad de que los franceses volvieran a hacerse fuertes en determinados castillos como los de Mallén y Tafalla, ambos derruidos por él, tras las dificultades que tuvo para rendirlos. Pero Olite ni era fortaleza adecuada para convertirse en bastión ni la habían usado los franceses. Ello no fue obstáculo para que Mina decidiera destruirla. Sus ruinas fueron mudos testigos de su pasado esplendor y de la vesania de esos “patriotas” hasta que, en 1924, fue convocado un concurso para su restauración.


         A él se presentaron tres propuestas: la de Regino Borobio Ojeda y Leopoldo Carrera Díez, compañeros de promoción en la Escuela Superior de Arquitectura. Como es sabido Borobio era de Zaragoza y Leopoldo Carrera tenía familia en Olite.

         Otra propuesta fue la José Alzugaray Jácome, natural de Pamplona y autor entre otras obras de la estación de autobuses de esa ciudad, un gran edificio inspirado en el Arte Decó.

         Pero el proyecto ganador fue el de los hermanos José y Javier Yarnoz al que corresponde este dibujo. Claramente inspirado en la corriente introducida en Francia por Viollet le Duc, se decantaba por un efectismo medievalista que no respondía a la realidad histórica, tomando como modelo la restauración del castillo de Pierrefonds dirigida por Viollet.



         Las obras no dieron comienzo hasta 1937 y se prolongaron hasta 1960, aunque de hecho no han finalizado aún, pero suele citarse esa fecha ya que, en 1960, se inició la adaptación del palacio viejo para su empleo como Parador Nacional de Turisimo. El resultado de todo ello es la imagen de un llamativo castillo o palacio con los remates cónicos de sus torrecillas que llama poderosamente la atención del visitante, independientemente de que nunca fuera exactamente así.





         Es tan importante el monumento que merecería una reseña mucho más amplia que la que ofrecemos. Nos limitamos a mostrar algunas imágenes del parador que lleva el nombre de “Príncipe de Viana” y que, como hemos indicado se ubica en el antiguo Palacio Viejo.




         Al margen del parador, es posible visitar el Palacio Nuevo y las ruinas de la capilla de San Jorge, un recorrido que no defrauda a quienes se acercan hasta allí, dado que es uno de los más llamativos conjuntos palaciegos de España.





 


 

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