La postal, aunque llamativa, no hace justicia a la importancia del que más que castillo fue un espectacular palacio, residencia de los reyes de Navarra, desde Carlos III el Noble y que, en su momento, fue considerado uno de los más importantes de Europa, tanto por sus construcciones como por contar entre sus muros con hermosos jardines y hasta un zoológico.
El complejo que ahora puede admirarse está constituido por dos palacios, el viejo y el nuevo, entre los que se alzaba el llamado palacio de la reina que no se conserva.
Desde
el momento en el que el reino de Navarra fue conquistado el palacio comenzó su
decadencia ya que sólo de manera esporádica fue residencia de los virreyes.
Pero su ruina definitiva se produjo cuando, a finales de la Guerra de la
Independencia, Espoz y Mina ordenó incendiarlo. Conviene recordar que no fue el
único daño ocasionado al Patrimonio español por este famoso guerrillero,
carente de la más mínima sensibilidad y obsesionado con la posibilidad de que
los franceses volvieran a hacerse fuertes en determinados castillos como los de
Mallén y Tafalla, ambos derruidos por él, tras las dificultades que tuvo para
rendirlos. Pero Olite ni era fortaleza adecuada para convertirse en bastión ni
la habían usado los franceses. Ello no fue obstáculo para que Mina decidiera
destruirla. Sus ruinas fueron mudos testigos de su pasado esplendor y de la
vesania de esos “patriotas” hasta que, en 1924, fue convocado un concurso para
su restauración.
A
él se presentaron tres propuestas: la de Regino Borobio Ojeda y Leopoldo
Carrera Díez, compañeros de promoción en la Escuela Superior de Arquitectura. Como
es sabido Borobio era de Zaragoza y Leopoldo Carrera tenía familia en Olite.
Otra
propuesta fue la José Alzugaray Jácome, natural de Pamplona y autor entre otras
obras de la estación de autobuses de esa ciudad, un gran edificio inspirado en
el Arte Decó.
Pero
el proyecto ganador fue el de los hermanos José y Javier Yarnoz al que
corresponde este dibujo. Claramente inspirado en la corriente introducida en
Francia por Viollet le Duc, se decantaba por un efectismo medievalista que no
respondía a la realidad histórica, tomando como modelo la restauración del
castillo de Pierrefonds dirigida por Viollet.
Las
obras no dieron comienzo hasta 1937 y se prolongaron hasta 1960, aunque de
hecho no han finalizado aún, pero suele citarse esa fecha ya que, en 1960, se inició
la adaptación del palacio viejo para su empleo como Parador Nacional de
Turisimo. El resultado de todo ello es la imagen de un llamativo castillo o
palacio con los remates cónicos de sus torrecillas que llama poderosamente la
atención del visitante, independientemente de que nunca fuera exactamente así.
Es
tan importante el monumento que merecería una reseña mucho más amplia que la
que ofrecemos. Nos limitamos a mostrar algunas imágenes del parador que lleva
el nombre de “Príncipe de Viana” y que, como hemos indicado se ubica en el
antiguo Palacio Viejo.
Al
margen del parador, es posible visitar el Palacio Nuevo y las ruinas de la
capilla de San Jorge, un recorrido que no defrauda a quienes se acercan hasta
allí, dado que es uno de los más llamativos conjuntos palaciegos de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario