Del castillo de Pioz, situado en la provincia de Guadalajara, poco se puede decir ya que constituye uno de esos ejemplos de importantes monumentos abandonados a su suerte y que se van desmoronando poco a poco, salvo que una circunstancia fortuita venga a alterar su triste destino.
Desde
sus orígenes, la suerte no acompaño al castillo, pues fue mandado construir por
el cardenal Mendoza, a mediados del siglo XV, para que pudiera servirle como
refugio en caso de necesidad. Encargó de las obras a un arquitecto destacado,
Lorenzo Vázquez pero, antes de que finalizaran, cambió de opinión y decidió
rehabilitar otros castillos.
En
1469, lo cedió por trueque al secretario real Álvar Gómez de Ciudad Real que
finalizó las obras para que le sirviera como residencia, pero tampoco la
utilizó, aunque se mantuvo en poder de la familia hasta el siglo XVIII. Ya en
mal estado fue vendido a un particular que lo usó como almacén y palomar.
Arruinado
completamente su interior, se mantienen en pie sus muros, aunque han perdido
algunos de sus sillares, el Ayuntamiento de Pioz se hizo con su propiedad con
el propósito de intentar su recuperación, por la que lucha también una
asociación de amigos del castillo. Ojalá consigan su propósito.
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