Recientemente, los medios de comunicación daban noticia del acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de Calatayud y la Fundación Rey Ardid para la puesta en marcha de un proyecto mediante el cual diez usuarios del centro de rehabilitación y apoyo psicosocial de la entidad colaborarán en las funciones de control de acceso de la colegiata de Santa María de Calatayud (reciente reabierta tras un largo período de restauración). Merced a esta iniciativa, durante un período de tres meses será posible visitar ese importante monumento bilbilitano.
Por otra parte, merced a un acuerdo entre la comarca de la Comunidad de Calatayud y el Obispado de Tarazona fue creado el programa “Descubre nuestro mudéjar” que permite visitar las iglesias de la zona, durante los días y horas que se dan a conocer previamente. Con anterioridad existió otro programa: “Mudéjar abierto” que también facilitó esas visitas mediante un procedimiento diferente.
Sin embargo, nada de eso existe en nuestra
comarca, siendo especialmente llamativo el caso de la colegiata de Santa María,
el monumento más importante de nuestra ciudad al que es imposible acceder,
salvo en las horas de las celebraciones litúrgicas, circunscritas a la tarde
del sábado y la mañana del domingo, que lógicamente no son los momentos más
adecuados para un recorrido turístico por su interior.
Son numerosas las personas que, al
visitar el Museo de la Colegiata (situado en un edificio contiguo) manifiestan
su interés por acceder al templo y se sorprenden al ser informadas de que ello
no es posible. Desde hace tiempo venimos reclamando una solución para este
problema dado que, al tratarse de un Bien de Interés Cultural, la propia Ley
del Patrimonio establece la obligatoriedad de fijar un horario para esas
visitas.
Recurrir a ese mandato es absurdo, dadas
las limitaciones que impone. Lo lógico sería encontrar una solución que sea
aceptable para todas las partes implicadas y, por el momento, la más lógica
sería que las personas que atienden el museo pudieran facilitar la visita, bajo
su supervisión.
Respecto al resto de los templos
comarcales, ninguno de los cuales se puede visitar, con la única excepción de
la ermita de la Virgen del Castillo, es posible que el Consejo Comarcal pudiera
encontrar una solución, como ocurre en Calatayud. Es cierto que, en muchas
ocasiones, las personas que custodian las llaves de los templos acceden, de
buen grado, a facilitar la entrada a quienes lo solicitan. Pero lo que interesa
es que los posibles visitantes puedan conocer, con anterioridad, cuándo y cómo
pueden visitar los templos de cada localidad que, en la mayoría de los casos,
son los monumentos más relevantes de las mismas.
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