Fue
el pasado 18 de octubre cuando publicamos la imagen de esta pintada aparecida
en un céntrico lugar de la ciudad, la confluencia de la plaza del Mercado con la
calle de Coloma.
Señalamos entonces la gravedad de este hecho, tanto por lo que representaba una actuación así en una zona declarada BIC, como por contenido xenófobo de la frase. Esperábamos que alguien hiciera algo para evitar mayores consecuencias, pero no ha sido así, ni se borró la pintada ni se hizo nada para localizar a los autores (o al menos no ha trascendido) e impedir la repetición de estos hechos.
No
es de extrañar por lo tanto que haya encontrado respuesta en otra pintada que,
en este caso, se extiende hasta la puerta de una vivienda particular.
Comprendemos el enfado del colectivo afectado, pero no se puede permitir que
las calles de la ciudad se vean afectadas por guerras de clanes. ¿De qué nos
sirve esforzarnos en ofrecer una imagen atractiva con la recreación histórica,
si al paso del cortejo los participantes e invitados van a ver estas muestras
de incivismo?
Pero,
volvemos a insistir en que más allá de una simple pintada hay algo más grave que
afecta a la convivencia ciudadana entre personas procedentes de países
diferentes. Y todo ello se podría haber evitado o atenuado borrando inmediatamente
la pintada. Aquí no vale delegar la responsabilidad en los propietarios de la
fachada en la que apareció; ante un hecho delictivo son otros los que deben
actuar y no lo hicieron.
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