Uno de los autores teatrales que fue objeto de especial atención por parte de Paco Ugalde fue Pedro Muñoz Seca a quien, ya al inicio de la “Biblioteca Teatral” se insertó su obra El último pecado, que había sido estrenada en el Teatro de la Princesa de Madrid el 8 de enero de 1918. Es curioso, que este volumen de la colección no lleva número, pero se le incluye, tras el número 15.
Volvió a ser caricaturizado en el nº 37
de la colección en el que se publicó su obra El contrabando, escrita en
colaboración con Sebastián Alonso Gómez, junto con Coba fina que había escrito
con Pedro Pérez Fernández y La casa de los crímenes, en este caso con Enrique
García Álvarez.
Pedro Muñoz Seca había nacido en El
Puerto de Santa María en 1879 y tras cursar las carreras de Filosofía y Letras
y Derecho, en la Universidad de Sevilla, marchó a Madrid donde triunfó como
autor teatral.
Su producción literaria es extensísima,
hasta el punto de haber sido considerado el Lope de Vega del siglo XX, tanto
por lo que escribió como por su calidad, algo que suele ser olvidado al
destacar únicamente su faceta humorística o los ripios empleados en su obra más
conocida: La venganza de don Mendo.
El 17 de julio de 1936 estrenó en
Barcelona La tonta del rizo y, hasta la ciudad condal viajo con su
esposa para asistir a la representación. Allí fue detenido el matrimonio nada más
estallar la guerra y conducido a Madrid, donde la esposa quedó en libertad al
ser ciudadana cubana, pero él permaneció encarcelado en la cárcel de San Antón,
hasta que en la “saca” del 28 de noviembre, fue fusilado en Paracuellos del
Jarama, junto con otros muchos presos.
Se han contado diversas anécdotas
relacionadas con sus últimos días. La más conocida es la de aquella frase que,
en algún momento, pronunció: “Podéis quitarme todo, pero no el miedo que tengo”,
pero lo cierto es que en su traslado a Paracuellos fue vejado por un miliciano
que le cortó los grandes bigotes que le caracterizaban, a pesar de lo cual
murió con entereza y perdonando, como relataron algunos testigos presenciales.
En este blog ya hemos contado que su
nombre aparece entre los mártires cuyo proceso de beatificación se encuentra en
Roma, tras la finalización de la causa incoada en la diócesis de Alcalá de
Henares.
Anteriormente hemos hecho referencia al
Teatro de la Princesa, donde Muñoz Seca estrenó en Madrid. Había sido inaugurado
el 15 de octubre de 1885, con asistencia de la reina María Cristina y la
destronada Isabel II.
El 20 de marzo de 1908 fue adquirido
por la gran actriz María Guerrero, convirtiéndose en sede de su compañía e,
incluso, en su propio domicilio ya que, con este fin, acondicionó su última
planta, donde falleció en 1928.
En 1931, la II República le dio el nombre de “Teatro María Guerrero” que mantuvo tras la guerra civil, cuando se convirtió en teatro nacional, bajo la dependencia del Estado.
Desde 1978 es sede del Centro Dramático
Nacional, habiendo sido objeto de importantes obras de remodelación, gracias a las
cuales sigue siendo una de las principales salas de Madrid, con capacidad para
más de 600 espectadores.
Durante las obras de remodelación, la cafetería
situada en el sótano fue transformada en una pequeña sala de representación de
determinados espectáculos, con capacidad para unas 60 personas, a la que se le
dio el nombre de “Sala de la Princesa” en recuerdo del antiguo nombre del
teatro.
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