Catalina de Aragón (1485-1536) fue la hija menor de los Reyes Católicos y, acompañando a sus padres, estuvo en Borja en 1492, tal como se recuerda en la recreación histórica que tiene lugar todos los años. Tenía entonces 7 años y sería de aspecto parecido a lo como aparece en este retrato de Juan de Flandes que se conserva en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid que fue pintado tres o cuatro años más tarde.
Catalina nació el 16 de diciembre de
1485 en el Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares, donde se encontraban
alojados en aquel momento los Reyes. Fue bautizada por el cardenal Mendoza en
la entonces colegiata de San Justo y Pastor, actual catedral, y en honor a la
recién nacida se organizaron grandes fiestas en el palacio y justas en la
ciudad. Acababa de cumplir dos meses de edad cuando, el 22 de febrero de 1486,
la Corts abandonó la ciudad camino de Galicia.
Alcalá la recuerda con una estatua en bronce, obra del
escultor Manuel González Muñoz, que fue colocada en 2007 junto al palacio en el
que nació, actual sede del Museo Arqueológico Regional.
En la placa en bronce, situada en su
base puede leerse: “Catalina de Aragón. 1485-1536. Alcalaína. Infanta de Castilla.
Reina de Inglaterra. Alcalá de Henares, 2007”. Otra placa en la fachada
recuerda también su nacimiento en ese lugar.
Junto a la entrada de ese palacio había
sido colocada en 2004, con motivo del V Centenario del fallecimiento de su
madre la reina Isabel la Católica una estatua, realizada por el escultor
Santiago de Santiago, en cuya placa puede leerse: “La ciudad de Alcalás de
Henares a la reina Isabel la Católica (1451-1504). Ayuntamiento de Alcalá de
Henares 2004”.
Todo ello lo recordábamos el pasado
domingo paseando por los alrededores de aquel impresionante complejo
arquitectónico que se perdió para siempre, a consecuencia del pavoroso incendio
declarado el 11 de agosto de 1939, poco después de finalizar la Guerra Civil.
En ese histórico edificio se encontraba
ubicado el Archivo General Central de España, el más importante tras el Archivo
de Simancas y el de Indias en Sevilla. Nada menos que cerca de 140.000 legajos correspondientes
a sus tres secciones: Ministerios, Clero y Tribunal de Cuentas, se conservaban
en su interior.
Durante la guerra, el edificio sirvió también como cuartel de una unidad de carros de combate, almacenando allí material altamente inflamable que, al terminar la contienda no fue retirado, a pesar del peligro que entrañaba.
El incendio calcinó las venerables
estancias diseñadas por Alonso de Covarrubias y la escalera monumental por la que
había caído el Príncipe Carlos, pero lo más terrible fue la pérdida de toda la
documentación allí almacenada. La investigación abierta a raíz de la catástrofe,
en la que falleció un bombero que participó en las labores de extinción, finalizó
sin encontrar culpables, achacando lo ocurrido a la imprudencia de un niño.
En cuanto a la infanta que ha dado
origen a este comentario, hay que recordar que fue prometida al príncipe Arturo
de Inglaterra con quien contrajo matrimonio a los 17 años, pero
desgraciadamente el esposo falleció a los seis meses.
El hermano de Arturo, el futuro rey Enrique
VIII, se enamoró de ella y se convirtió en su nuevo marido. Todo fue
relativamente bien durante 14 años hasta que el rey se fijó en Ana Bolena,
iniciando una trágica deriva que terminó con sucesivos crímenes y la separación
de la Iglesia de Inglaterra, por haberse negado el Papa a anular su matrimonio
con Catalina de Aragón.
Habían tenido seis hijos, cinco de los
cuales (entre ellos tres varones) nacieron muertos o fallecieron a las pocas
horas. Sólo sobrevivió María, futura reina de Inglaterra, a la que no le
permitieron ver a su madre que, hasta su muerte, vivió recluida y enamorada de su
marido.
Catalina era una mujer extremadamente
culta que hablaba varios idiomas (entre ellos francés, latín y griego) y se
relacionaba con los más destacados intelectuales de la época. Para ello había
recibido una esmerada educación y era muy aficionada a la lectura por lo que
destacaba entre las mujeres de su época.
Para terminar, debemos hacer mención
que fue en este palacio donde los Reyes Católicos recibieron por vez primera a
Cristóbal Colón. Fue el 20 de enero de 1486, cuando el futuro almirante que,
venía siguiendo a la comitiva real desde Córdoba (los Reyes llegaron a Alcalá
el 24 de octubre de 1485, les informó sobre su proyecto de llegar al continente
asiático navegando por el Atlántico.
Aquí, también, la reina Juana I de Castilla
dio a luz el 10 de marzo de 1503, a su hijo Fernando que, por haber sido educado
en España, tuvo partidarios que lo preferían como rey a su hermano Carlos, el
futuro Carlos I de España y V de Alemania. A pesar de haber sido apartado para
facilitar la llegada al trono de Carlos, terminó convirtiéndose en su sucesor
como emperador de Alemania.
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