lunes, 24 de octubre de 2022

El Moncayo como destino

 

         Desaparecidos los pinares del Santuario de Misericordia que eran lugar de esparcimiento habitual y pulmón natural para los habitantes de Borja, nos quedan los bosques del Parque Natural “Dehesa del Moncayo” que, aunque muchos lo desconozcan, tiene importantes vínculos históricos con nuestra ciudad.



         El sábado estuvimos allí. Hacía un día precioso y no había demasiados visitantes. Algunos más de lo habitual, en busca de setas que escaseaban debido a la sequía que estamos padeciendo. Nuestros acompañantes tenían especial interés en volver al hayedo que habían conocido hace años y que tan favorable impresión les causó.



         Estaba precioso y, junto con el espectáculo que ofrecen esos hermosos árboles que son las hayas, los arroyos que lo surcan, entre las hojas caídas, a pesar de que aún no se manifestaba el Otoño en todo su esplendor, ofrecían una visión idílica de un bosque casi mágico.



         Pero las posibilidades que ofrece el Moncayo para pasear, adentrándose en los numerosos senderos que lo atraviesan son enormes, sobre todo cuando se conocen bien. En este sentido, recordamos con nostalgia los recorridos efectuados en el pasado con Enrique Lacleta, un buen conocedor de la zona, que la considera como una fuente de salud.





         Después llegamos hasta la fuente del Sacristán, donde encontramos grandes árboles caídos, algunos en fechas muy recientes; otros quizás por efecto de las últimas nevadas. Al monumento que allí existe, dedicado a la Guardería Forestal, le dedicamos otro artículo.

 




         Allí vimos el espacio cubierto con mesas, para poder comer resguardados de las inclemencias del tiempo, de características iguales a los instalados en otros puntos del parque. Al lado uno de los antiguos refugios que también hay en varias zonas y, en cuyo interior, se prohíbe ahora encender fuego, a pesar de que, en su origen estaban dotados de un hogar con chimenea.


         Nuestra ignorancia sobre las posibilidades que ofrece el monte es muy grande y, en la fuente, nos enteramos por medio del cartel allí colocado de la existencia del Hayedo de Peña Roya, que no conocíamos y nos gustaría retratar otro día.



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