viernes, 21 de octubre de 2022

Estuvimos en Gallur

 

         Como habíamos anunciado, el miércoles 19 estuvimos en Gallur para asistir a una de las Jornadas de su Semana Cultural y, en concreto, a la proyección de la película “Surcos” que tuvo lugar en el Salón de Actos de la Casa de Cultura, donde también pudimos visitar la exposición, de cuya inauguración dimos ya cuenta en este blog.


         Nuestro interés por la película venía determinado por ser la primera que surgió, en 1951, de la productora Atenea Films, creada ese mismo año por la borjana Natividad Zaro Casanova, junto con Paco Madrid. Paco era hijo de un torero malagueño, llamado Francisco Madrid y Villatoro aunque conocido en los ruedos como “Paco Madrid” que, al parecer aportó al proyecto una parte del capital obtenido en los toros.

 

Atenea surgió como una opción diferente dentro del panorama cinematográfico español. Natí era la Presidenta y Paco el gerente de la productora. Sin embargo, la implicación de nuestra ilustre paisana en las películas fue mucho mayor que la que pudiera corresponderle por su condición de presidenta. De las películas relacionadas con Nati Zaro ya dimos noticia en una serie de artículos de este blog, en el que también destacamos la importancia de su figura, sobre la que existió el proyecto de realizar un documental que, por el momento, no se ha materializado.

 

          “Surcos” es considerada una de las grandes películas españolas de la época. Dirigida por José Antonio Nieves Conde, se basó en un argumento de Eugenio Montes; el primer borrador del guion fue obra de Natividad Zaro, aunque luego intervino y realizó el principal trabajo Gonzalo Torrente Ballester y el propio director, pero en los títulos de crédito se menciona a nuestra paisana.


         Ya, desde el inicio, con un texto de Eugenio Montes (hay que recordar que fue pareja sentimental de Natividad Zaro) se hacía patente la tesis de la película: el problema de los desplazados desde las zonas rurales hasta las grandes ciudades, con gran crudeza, hasta el punto de que, en la calificación moral vigente en aquellos momentos, se le adjudicó el “4” de “Gravemente peligrosa”.

 


No es de extrañar, por lo tanto, que los beneficios económicos fueran mínimos, por lo que pudo ser considerada una gran película y un gran fracaso. Hubo otros problemas que costaron el puesto al Director General de Cinematografía, José María García Escudero, al haberla declarado “de Interés Nacional”, en detrimento de “Alba de América”, un película que tuvo una extraordinaria acogida. Tras su dimisión el nuevo responsable concedería inmediatamente esa “distinción” a la postergada “Alba de América”.



         No habíamos tenido la oportunidad de ver “Surcos” y nos ha sorprendido por su extrema violencia, pero no por la del propio argumento que mereció la citada calificación moral, sino por la presencia constante de lo que actualmente conocemos como “violencia de género”, con un desprecio absoluto de la mujer por parte de la mayor parte de los protagonistas masculinos que, incluso cuando son honrados (como es el caso del padre), no vacilan en hacer uso de la violencia para “reconducir” a su “descarriada” hija.


         Y es que la “inocente” familia que llega a la capital en busca de un futuro mejor, buscando trabajo en las listas del paro, muy pronto sucumbe al deseo de enriquecerse con rapidez, aunque sea entrando en el mundo de la delincuencia (a costa de su vida) o deslumbrados por los oropeles del espectáculo que les llevará a un amargo despertar.

         El regreso al pueblo, asumiendo la vergüenza del fracaso, constituye la moraleja final de una película que, frente a quienes la consideran, en cierto modo, “revolucionaria”, lo que parece defender es una sociedad rural y patriarcal, frente a los peligros de esa gran ciudad que ya atraía a grandes masas de población.



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