En el recuerdo de todos permanece viva la figura de D. Publio Cordón Munilla, el empresario de Zaragoza que fue secuestrado y asesinado por el GRAPO, en 1995, y aunque llegó a pagarse el rescate exigido nunca fue liberado. Pero, lo que no recordábamos era que había estado en nuestra ciudad en mayo de 1976.
Fue con ocasión
de un festival benéfico, celebrado en el Teatro Cervantes el 26 de mayo de
1976, con el fin de recaudar fondos para la reconstrucción de la localidad de
Zaragoza, en la república de Guatemala. Vino por ser el Cónsul Honorario de
Guatemala en la capital aragonesa (el único que ha habido hasta ahora).
El 4 de febrero
de 1976 un terremoto de magnitud 7.5 en la escala de Richter, arrasó esa república
centroamericana, ocasionando la muerte de cerca de 23.000 personas fallecieron
y otras 77.000 resultaron gravemente heridas. 258.000 viviendas quedaron
destruidas y dejó a más de 1.2 millones de personas sin hogar.
Zaragoza es una
localidad del departamento de Chimaltenango, con una población de unos 30.000 habitantes.
Está hermanada con la capital aragonesa y ha suscrito varios acuerdos con el
Gobierno de Aragón.
Originalmente
llevaba el nombre de Chicoj, en recuerdo de un cacique local, pero, cuando en
el siglo XVIII se asentaron allí algunos colonos de origen aragonés, le dieron
el nombre de “Valle de Nuestra Señora del Pilar de Heredia” que quedó reducido
al de “Zaragoza” en 1892.
El festival que
ha dado origen a este comentario fue presentado por el locutor de Radio Zaragoza
Arturo Pérez de Olmos. La compañía teatral de la Residencia de Pensionistas de
la Seguridad Social puso en escena la obra “La Tornadora”; fue proyectado un
documental sobre la catástrofe acaecida y la Coral “Vientos del Pueblo” interpretó
varias composiciones.
Aunque en la
propaganda se afirmaba que, tras la reconstrucción de Zaragoza, una de sus calles
“ostentará el honroso nombre de nuestra ciudad, Borja”, no creemos que llegara
a materializarse. Ahora, al consultar los mapas de esa localidad hemos visto
que sus calles y avenidas están numeradas y, al parecer, ninguna lleva nombre.
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