lunes, 13 de enero de 2020

El Patrimonio Cultural Inmaterial de Calcena II


         Prosiguiendo con el relato de las tradiciones de Calcena que interrumpimos en el artículo anterior en la Pascua de Resurrección, mencionaremos hoy, en primer lugar, la costumbre de comer la “culeca” el día de San Jorge (23 de abril) junto al río, en las proximidades de la ermita de San Roque. Además, de la culeca también se consumía el llamado “cornijuelo” que se hace con la misma masa, pero adoptando forma semicircular y, en su interior, además de huevos duros se introduce chorizo y longaniza. Dª. Vitoriana Tormes comentaba en El Eco del Isuela que el cornijuelo era propio de los hombres, mientras que la culeca tenía forma de torta con uno o dos huevos encima.




         Para San Juan (24 de junio), se cogía la “Sanjuanada”, unos ramos de flores con hojas de noguera que los mozos colgaban la víspera en las ventanas. También era frecuente que, como una broma, otros quitaran las macetas de las ventanas de las mozas, llevándolas a la fuente, colocándolas de tal forma que, para recuperarlas, hubiera que mojarse. Ese día se consumía también queso.



         En relación con esta fuente, Rocío Herrera relataba en su blog “El Encanto del Moncayo”, la leyenda asociada a la piedra que hay en su centro. Según el relato que recogió en una visita a Calcena, en un determinado momento la fuente se secó y los calcenarios recurrieron a Santa Constancia, colocando sus reliquias sobre ese “pilón” que llevaron hasta allí. El caso es que la fuente recuperó el agua, hecho que se recuerda en los Gozos a la Santa:

         “A esta fuente caudalosa
         se le secó la corriente.
         Luego que bajó Constancia,

         salió el agua prontamente”



         La solemnidad del Corpus Christi era una de las grandes fiestas populares de la localidad. Había Vísperas cantadas y, en la mañana de ese día Aurora y Rosario por las calles. Después, tras la Misa Mayor salía la procesión con el Santísimo bajo palio. Participaban en ella las peanas de la Virgen del Rosario y de Santa Úrsula, decoradas con grandes roscones que, al finalizar, los mayordomos ofrecían a cofrades, autoridades y músicos.
En la plaza, adornada con flores y colchas, como relata D. Nicolás Sebastián, se procedía a bendecir con la custodia a los niños que habían nacido en ese año, los cuales eran colocados sobre almohadas y alfombras, algo peculiar de este municipio.

De todo ello, no disponemos de imágenes. La que insertamos, corresponde la plaza y fue tomada durante las Fiestas Patronales de 2018. La hemos elegido porque en ella aparece D. Nicolás Sebastián, el actual párroco, artífice fundamental de la recopilación de la historia y las tradiciones de Calcena, localidad en la que nació.



         El Corpus se celebraba entonces en jueves y al día siguiente, viernes, tenía lugar la romería a la ermita de San Cristóbal. Actualmente, se celebra el sábado anterior a la solemnidad del Corpus.



         Encabezada por el pendón de la villa, la comitiva se encaminaba a pie hasta la ermita, donde se celebraba la Misa y, después una comida popular. Desde ese lugar se procede a la bendición de los términos y, durante el regreso se canta la Salve, haciendo su entrada en la población, entre el sonido de las campanas.



         Las grandes fiestas de Calcena son las que se celebran en honor a la Virgen del Rosario y Santa Constancia. Actualmente, el primer domingo de agosto pero, anteriormente tenían lugar el primer domingo de octubre, festividad de la Virgen del Rosario.



         El culto a Santa Constancia está ligado a la figura de D. Juan de Zornoza y Guisana, bautizado en la iglesia parroquial de Calcena el 24 de marzo de 1545. Militar destacado, fue Capitán de Infantería en Flandes y allí cimentó un sólido prestigio. Durante la campaña de Portugal de 1570, intervino como Sargento Mayor de uno de los tercios y estuvo a punto de ser nombrado Maestre de Campo, el más alto grado entonces de la milicia.
Marchó después a Alemania, donde en 1595 recibió de manos del rector del monasterio de Mariekamp una cabeza de las “Once Mil Vírgenes”, que se habían descubierto en eso lugar. Junto con otras reliquias, la donó, en 1602, a su localidad natal, siendo recibida con gran solemnidad, como se refleja en ese lienzo.

Comoquiera que los habitantes de Calcena desconocían el nombre de la mártir, introdujeron todos los que se les ocurrieron en una bolsa y, tras salir por tres veces el de Santa Constancia, quedó acreditado que era la de esta Santa, procedimiento también utilizado en Mariekamp para la identificación de otras reliquias. Juan de Zonrnoza falleció en 1610, desempeñando el cargo de Alcaide de la ciudadela de Pamplona.



         En 1604, el Justicia junto con el concejo y consejo de la villa tomaron el acuerdo de adoptarla como Patrona, celebrando su fiesta “el lunes inmediato al primer domingo de octubre.

         A comienzos del siglo XVIII y sufragada por los vecinos de edificó la magnífica capilla que tiene dedicada en la iglesia parroquial. El retablo, algo posterior, es probablemente obra del escultor José Rodríguez.



         Ya, en 1606, las reliquias de la Santa fueron introducidas en un relicario, en forma de cabeza. Con pie de plata, es una hermosa muestra de la orfebrería aragonesa, como muestra la fotografía que insertamos. Además, en 1617 fue fundada la cofradía que la tiene por titular.

         Cuando las fiestas se celebraban en octubre, el punto de arranque estaba constituido por el llamado “Sábado Octubre”, día en el que llegaban hasta la localidad gentes procedentes de lugares remotos en los que habían establecido su residencia.



         A las Vísperas asistía el Ayuntamiento en corporación. Por la noche, al igual que el día anterior a otras fiestas se encendía una hoguera en la plaza, sobre la que se saltaba, como puede verse en esta imagen.



         El día siguiente comenzaba con el canto de Aurora y el Rosario por las calles. Después, tenía lugar la Solemne Eucaristía, con procesión en la que el relicario era portado por el sacerdote, revestido con capa pluvial.



         Al finalizar el Ayuntamiento ofrecía un refresco en la Casa Consistorial. Esta fotografía muestra la comitiva de autoridades, precedida por la Banda de Música y el pendón de la cofradía, encaminándose al “refresco”.



         Entre los actos profanos, había carreras de pollos y burros, junto con otros juegos. En el siglo XIX, llegaron a celebrarse corridas de toros.




         Como hemos señalado, las fiestas tienen lugar ahora el primer domingo de agosto, para facilitar una mayor concurrencia a las mismas. Los actos religiosos se centran en la Eucaristía que tiene lugar en la parroquia y en la procesión. En la imagen que hemos encontrado vemos junto a la peana de la Virgen del Rosario la de Santa Úrsula a la que luego nos referiremos. En 2018, estuvimos durante la comida popular que se celebra en la plaza.



         Santa Úrsula era compañera de Santa Constancia y es la que, en el Martirologio Romano protagoniza la fiesta litúrgica en la que se le conmemora como “Santa Úrsula y compañeras mártires” o “Santa Úrsula y las once mil vírgenes” que, según la tradición, murieron a manos de Atila, rey de los hunos. Sobre esta tradición aconsejamos, a los interesados, leer las obras publicadas sobre ella, dado que es una cuestión sumamente curiosa, en torno a la cual se sucedieron los malentendidos.



         La fiesta fue fijada para el 21 de octubre y ese día se celebraba en Calcena. No era una fiesta patronal, sino de cofradía, como señala D. Nicolás Sebastián. Santa Úrsula dispone también de una peana procesional en la que bajo un baldaquino está la cabeza de la Santa que, en este caso, es una bella talla de madera policromada y dorada, realizada en el siglo XVIII.



         En noviembre, hay que mencionar la fiesta de “Santos Todos”, en la que se celebraba una procesión nocturna en la que los participantes portaban velas, mientras en las ventanas de todas las casas se colocaban lamparillas y las campanas tañían a muerto durante toda la noche. El actual párroco de Calcena afirma que a los campaneros se les daba un asado para que lo comieran en la misma torre, mientras realizaban su labor. Comenta también que era espectacular el “velario” que, en la procesión, llevaba el “tío Santiaguillo”, con tantas velas como días tiene el año.



         Para Santa Lucía (13 de diciembre) también se encendían hogueras en las calles, en las que se asaban patatas y cebollas. Se siguen haciendo, aunque en el fin de semana más próximo, como hemos constatado en El Eco del Isuela.



         Debemos también hacer alusión a la Aurora de Navidad y a algunas tradiciones pérdidas. Entre ellas la de celebrar cada año una romería a la ermita de la Virgen de Constantín de Purujosa, correspondiendo los de esta localidad con otra a la ermita de San Cristóbal de Calcena. En ambas, la comitiva era precedida por las respectivas cruces parroquiales que, al encontrarse se saludaban con unas reverencias.

Otra tradición, hace tiempo desaparecida, la de celebrar cada 17 de julio una procesión y rogativa recordando la terrible epidemia de peste que asoló la población en 1643, como consecuencia de la cual fallecieron más de 450 personas, cifra impresionante que obligó a irlas enterrando en una fosa común, hacia la que, cada año, se encaminaba la procesión hacia el lugar en el que se ubicaba, que pudo ser en torno a la desaparecida ermita de la Virgen de los Desamparados. La procesión se mantuvo hasta el siglo XIX.





         Dentro del Patrimonio Cultural Inmaterial ocupan un lugar destacado los Juegos y Deportes Tradicionales. Aunque a ellos dedicaremos una serie específica, que estamos preparando, es preciso señalar que Calcena dispuso de trinquete, después de frontón y que allí se sigue practicando el juego de los birlos. De todo ello trataremos en su momento.

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