Estos días estamos procediendo al escaneado
de un nuevo lote de antiguas fotografías con objeto de incorporarlas a nuestros
fondos. En algunos casos, como el de la foto que damos a conocer ha supuesto
además su restauración y mejora de calidad, realizada cuidadosamente por quien,
desde hace ya tiempo, viene llevando a cabo esta ingente labor.
Merece la pena, dado que la imagen es muy bonita y, para nosotros, completamente desconocida, En ella se puede ver a un grupo de vacas abrevando en la acequia de Sorbán, al inicio de lo que se llamaba “El Cañico”, cubierto más tarde para crear la avenida de Aragón.
Llama la atención la elevada tapia que
cerraba los huertos que allí había, donde posteriormente se construyó la urbanización
de la que forman parte las calles Braulio Foz y Romualdo Nogués. Además, la
acequia esta delimitada, por la parte de lo que hoy es la N-122, por una hilera
de sillares bien labrados. No sabemos a quién podía pertenecer esa punta de ganado
ni donde se guardaba, pero no sería muy lejos del río.
Al margen de
ello, la fotografía ofrece más información que podemos analizar siguiendo los
números que hemos superpuesto en rojo. El nº 1 corresponde al “Parador de
Frauca”, más tarde conocido como “Fonda del Comercio”, situado en la plaza de
Santo Domingo. En su parte posterior, se levantó a mediados del siglo XX el
Teatro Cine Cervantes y ya posteriormente otros edificios de viviendas.
El nº 2 corresponde a la iglesia de
Santo Domingo, actualmente utilizada como Auditorio Municipal, mientras que los
nº 3 y 4 nos ofrecen una visión bastante interesante de las dependencias del antiguo
convento de dominicos. La zona numerada con el 3 se ha conservado, formando
parte del Colegio Público que, en esos momentos, aún no había sido edificado.
Fue inaugurado en 1936, aunque la fotografía es de fecha muy anterior.
Tras la fachada que da a la avenida de
Ramón y Cajal se observa la parte correspondiente al claustro, ahora oculta por
lo que se llamó Grupo Escolar. Pero, con el nº 4 hemos señalado otra zona del
convento en la que se encontraban las celdas, dispuestas a ambos lados de
amplios corredores. Fue utilizada como vivienda y también sirvió como academia
de Música para la Banda Municipal. En la parte inferior había unas bodegas que
sirvieron como almacén municipal, donde se guardaban, entre otras cosas, los gigantes.
Esa parte del edificio fue derrumbándose
poco a poco, a veces con gran estrépito y por sus montañas de escombros
trepábamos los niños que vivíamos en las casas numeradas con el 5, que aún se
mantienen. Lo que quedaba de esa parte del convento terminó siendo vendida por
el Ayuntamiento y, tras su demolición, se levantó un almacén de frutas con la
vivienda del propietario sobre el mismo.
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