Muy diferente era la situación ayer en Novillas donde, junto al torreón que objeto de nuestra atención en el artículo anterior, se levantaban barreras en previsión de la esperada avenida del Ebro que ya había anegado una parte importante de su término municipal.
En esas labores colaboraban los efectivos
de la Unidad Militar de Emergencias cuya presencia había sido requerida por el
Alcalde de la localidad ante la grave situación planteada.
Llevada por su vocación, dado que ya se
encuentra en tercer curso de la carrera de Periodismo, hasta allí se trasladó para
con otros compañeros de los medios regionales cubrir la información.
A pesar de lo avanzado de la hora, en
estas imágenes puede constatarse la magnitud de la riada que, en las horas
siguientes, se sospechaba que podría superar las cotas de otras anteriores.
El campo de fútbol anegado, al que no
hace mucho dedicamos un reportaje con motivo de su rehabilitación tras el
convenio firmado con el C. D. Oliver, constituye un símbolo de la triste
situación a la que Novillas tiene que enfrentarse con demasiada frecuencia, al igual
que otras localidades ribereñas. Cabría preguntarse sobre las razones de que
esto ocurra, pues no vale aducir que siempre ha sucedido, porque no es cierto.
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