Esta fortificación de extraño aspecto es, en realidad, la torre del homenaje del castillo de Villarejo de Salvanés (Madrid), el único resto significativo conservado del mismo.
Su interés estriba en las torres
semicilíndricas adosadas al cuerpo principal ya que, frente a la habitual
presencia de una de ellas en cada esquina, en este caso hay otra más en el
centro de cada paño.
Llama la atención también la ausencia de vanos en sus muros.
Los que existen son tardíos, al igual que la actual puerta de acceso ya que la
primitiva estuvo situada en altura. En su parte superior destacan los falsos
matacanes que la rematan. Toda ella está construida en sillarejo con mortero de
cal.
El castillo, del que sólo queda esta
torre, fue edificado en el siglo XIII por la Orden de Santiago y allí, donde se
alza el edificio de las antiguas escuelas, se encontraba el palacio de los comendadores
del que las crónicas afirman que estaba revestido con mármoles verdes traídos de
Génova.
La torre es propiedad del Ayuntamiento
de la localidad y, en su interior, se ha instalado un Centro de Interpretación
del castillo y del municipio, haciendo alusión a la presencia de la citada Orden
y de determinados personajes como Enrique IV que residió allí o Juan Martín “El
Empecinado” que estableció en ella su base de operaciones durante la Guerra de
la Independencia. También se puede acceder a la terraza superior, a 22 metros
de altura, desde la que se divisa un amplio panorama con la confluencia del
valle del Tajo con el del Tajuña.
Este dibujo recrea el aspecto que pudo
tener el castillo. Hace dos años se puso en marcha una actuación encaminada a
consolidar y restaurar los restos del entorno amurallado con una inversión de
143.000 euros, buena parte de los cuales procedían de fondos europeos.
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