2024 es un año bisiesto por ser divisible por 4. Por ello, el mes de febrero tiene 29 días, en lugar de los 28 habituales. Lógicamente, en estos días adicionales que se incorporan al calendario cada cuatro años, se producen acontecimientos tales como defunciones y nacimientos.
Entre las primeras queremos recordar a la popular locutora zaragoza Conchita Carrillo, que falleció el 29 de febrero de 2012. En nuestra ciudad presentó durante varios años las Jornadas Coralistas y colaboró con la revista Sylfide, que dirigía Javier Lerín de Pablo.
Entre los nacidos en un 29 de febrero,
uno de los más conocidos es D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón, que vino a este
mundo en 1972. Suele ser frecuente, comentar en broma que quienes nacieron en
un día como hoy solo cumplen años cada cuatro. Pero, según el Código Civil, a
efectos legales, los nacidos un 29 de febrero cumplen años a las 00:00 horas
del día 28 de febrero de un año habitual. Por lo tanto, quienes han esperado a
hoy para felicitar al Presidente del Gobierno llegan tarde, porque su
cumpleaños oficial fue ayer. Sabrá disculparles su ignorancia…
La historia de los años bisiestos es
interesante y hay personas que todavía se preguntan por la razón del nombre y
por su implantación. Todo está relacionado con el hecho de que la duración de los
años establecidos por el calendario no coincide con el año solar.
En algunos momentos, como durante la
época romana ese desfase llegó a ser muy importante. El problema fue resuelto
por Julio César cuando cortejaba a Cleopatra en Egipto. Allí conoció a un
famoso matemático, Sosígenes, quien le aconsejó introducir un año de 365 días y
uno más cada cuatro años. Fue el año 46 a.C. cuando se introdujo esa
modificación, eligiendo el mes de febrero para añadir el día adicional. Julio
César era supersticioso y, además febrero era el mes dedicado a los muertos.
Decidió añadir ese día entre el 23 y el 24 de febrero, duplicando este último.
Comoquiera que el 24 era el sexto día antes de las calendas de marzo, aquel año
tuvo dos 24, fue bixestus, lo que dio origen al nombre.
Pero el calendario juliano, que estuvo
en uso durante siglos, seguía acumulando desfases, hasta que el Papa Gregorio
XIII promulgó la bula Inter Gravissimas, para corregirlos. Asesorado por
el astrónomo jesuita Christopher Clavius, creó el llamado calendario
gregoriano, el que utilizamos, siendo necesario para lograr el ajuste eliminar
diez días, de manera que al jueves 4 de octubre de 1582 le siguió el viernes 15
de octubre de 1582. Fueron diez días que nunca existieron, dando lugar a
curiosas circunstancias como que Santa Teresa de Jesús murió el 4 de octubre de
1582 y fue enterrada el 15, lo cual no quiere decir que permaneciera quince
días insepulta como pudiera parecer a quienes ignoran lo que acabamos de
comentar.
A pesar de todo, el calendario gregoriano
tampoco es exacto, por lo que será preciso corregir el desfase que se va
acumulando, añadiendo un nuevo día al mes de febrero. Por eso, nuestros
lectores que vivan en el año 3344 podrán comprobar que el mes de febrero tendrá
30 días.
Sin embargo, ya ha habido algunos casos
en los que un mes de febrero tuvo 30 días. El más conocido fue el de Suecia, en
1700, cuando se pasó de calendario sueco, hasta entonces vigente, al juliano
(aún no habían aceptado el gregoriano), siendo necesario añadir un día a
febrero.
Suele afirmarse que, en la Unión Soviética,
el mes de febrero tuvo, entre 1930 y 1931, 30 días. Es erróneo. Tras el triunfo
de la revolución Lenin adoptó el calendario gregoriano, en lugar del juliano.
Pero, en 1929, el economista Yuri Larin propuso un calendario revolucionario,
con el objetivo de incrementar la producción de las industrias. Para ello, se
establecieron semana de cinco días y se suprimió la festividad del domingo, como
fiesta común a todos los trabajadores que, a partir de ese momento, fueron
divididos en grupos, cada uno de los cuales disfrutaba del día de descanso en
fecha diferente. De esta manera las fábricas no interrumpían su producción.
Pero, como los problemas que ocasionó eran
aún mayores, dado la dificultad de conciliar el descanso de las familias y la
organización de las empresas, el 31 de diciembre de 1931 se volvió a las
semanas de semanas de seis días con un día de descanso común.
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