El asesinato perpetrado en el puerto de Barbate de los Guardias Civiles D. Miguel Ángel González Gómez y D. David Pérez Carracedo, de 39 y 43 años respectivamente, ha conmocionado a buena parte de la sociedad española; por una parte, por que nos ha hecho retrotraernos a una época que considerábamos superada, pero también, porque se va conociendo la concatenación de hechos que condujeron a la tragedia de la que los asesinos son los primeros y principales responsables, aunque no podemos obviar el hecho de que, ante la gravedad de la situación planteada en el sur de España por el narcotráfico, no se han arbitrado, por los responsables políticos, los medios adecuados para hacerle frente y, en concreto, la noche de los hechos, los agentes de la Guardia Civil, tuvieron que enfrentarse a los delincuentes en condiciones de manifiesta inferioridad.
El impacto ocasionado por estas muertes
ha sido enorme y los funerales celebrados en las catedrales de Cádiz y Pamplona,
con la presencia de una multitudinaria representación de las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad del Estado y de las Fuerzas Armadas, así como de numerosas
personas, constituyeron una expresión de duelo como hace tiempo que no se
conocía. Escuchar el himno de la Guardia Civil y el Himno Nacional a las
puertas de la catedral de Pamplona revistió una especial emoción.
En muchas localidades españolas se
guardó ayer un minuto de silencio, en homenaje a las víctimas. También en
Borja, a las doce de mediodía, acto del que nos ha enviado estas imágenes María
Ángeles Martínez.
Desde aquí nos sumamos al dolor de las
familias de los agentes caídos en acto de servicio, y al de todo el Cuerpo de
la Guardia Civil, al que nos sentimos especialmente unidos. “¡Viva honrada la
Guardia Civil!”
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