Hace unos años, esta vista del lugar en el que se separan las calles de San Juan Alta y San Juan Baja de Borja era una de las más representativas del casco antiguo de la ciudad. Es cierto que, por entonces, aún no había dado comienzo la lamentable etapa que estamos atravesando en la que el conjunto histórico borjano es ya una sombra del pasado y corre el riesgo de quedar completamente arrasado.
Precisamente, en esa zona se ha
producido el último derrumbamiento en uno de los edificios que, en su tiempo,
fueron más representativos de ese conjunto monumental y, a raíz de ese hecho,
hemos tenido conocimiento de la intención del Ayuntamiento de derribarlo por
completo, junto con otros dos edificios anexos.
Pero lo que se propone es un auténtico
dislate, dado que esos edificios son una muestra de la arquitectura civil del
siglo XVI, aunque algunas de sus características, como las puertas de medio
punto, fueron enmascaradas con actuaciones incomprensibles, antes de su
definitivo abandono.
Pero hay más. En una de las fachadas
pueden verse unos sillares sobre los que, en su momento, ya llamamos la atención,
dado que podrían tratarse de restos de la muralla y, en concreto, de la puerta
de acceso a la población que allí existió.
De todo ello, el derribo de ese
conjunto de edificios, es improcedente, en nuestra opinión. Si realmente las autoridades
responsables de Patrimonio cumplieran su cometido con eficacia lo impedirían o,
al menos, obligarían a mantener los edificios menos afectados y todas las
fachadas.
Argüir motivos de seguridad es un
recurso fácil cuando los daños se encuentran ya muy avanzados. Derribando edificios,
uno tras otro, al final el casco antiguo de Borja (declarado BIC) será un erial
irrecuperable y, como en los versos de Rodrigo Caro, podrá afirmarse “Estos,
Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora campos de soledad, mustio collado, fueron un
tiempo Itálica (Borja) famosa”.
Es cierto que a muchas personas la
conservación del Patrimonio no les importa; entre otras razones porque para
ello se requiere sensibilidad y unos conocimientos que no se adquieren por ciencia
infusa. Pero, a pesar de ello, en muchas localidades que se enfrentan al mismo
problema intentan resolverlo con la ayuda de técnicos expertos en esas
cuestiones (no todos lo son), a los que acogen y escuchan en lugar de alejarlos,
incluso con violencia.
Somos conscientes de que el más mínimo
comentario en torno a estas cuestiones, por respetuoso que pretenda ser,
despierta enormes suspicacias y airadas respuestas como las que, en alguna ocasión,
hemos padecido. Pero, no es posible permanecer callados permanentemente ante
problemas como éste, salvo que queramos ver convertida a Borja en un inmenso
solar, vallado con redes de gallinero, en el que se acumule la basura.
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