El 6 de mayo de 1928, el Rosario de Cristal desfiló, por vez primera, por las calles de Borja. Faltan, por lo tanto, solamente cuatro años para que se celebre el centenario de la que, con el transcurso del tiempo, se ha convertido en una de las principales manifestaciones de amor, por parte de los borjanos, a su Patrona la Virgen del Rosario, en su advocación de Nuestra Señora de la Peana, una imagen de busto de gran valor artístico, venerada desde el siglo XVI en la colegiata de Santa María y sobre la que seguimos a la espera de conocer su autoría.
El Rosario surgió por iniciativa del canónigo
borjano Dr. D. Juan Federico Magdalena Lacambra, el cual pasaba la temporada
estival en el Santuario de Misericordia. Allí, en el verano de 1927, expuso su
idea a un grupo de sacerdotes que la acogieron con entusiasmo, especialmente
por parte del entonces párroco D. Roque Pascual y, el 12 de octubre de ese
mismo año, el capellán de la Virgen D. José María Pereda y D. Agustín María
Sierra publicaron una nota en el periódico local Ecos del Moncayo, en la
que invitaban a todo el vecindario a colaborar en el proyecto.
La respuesta fue tan rápida y
extraordinaria que, en muy poco tiempo, se pudieron construir los faroles, enteramente
sufragados por las aportaciones de aquellos fieles que quisieron adquirir
alguno de mano, en cuyo poder se conservaron hasta época reciente, y los de
otras personas y entidades que asumieron el coste de los faroles de mayor
tamaño.
Parece increíble que, en tan pocos
meses, los Talleres Quintana de Zaragoza, que también habían realizado el
Rosario de Cristal de la capital aragonesa, pudieran dar remate a la obra, de
manera que pudieran salir a la calle el primer domingo de mayo de 1928.
En aquellos momentos, la aportación del M. I. Ayuntamiento
fue muy importante, dado que, en sesión celebrada el 18 de febrero de 1928, presidida
por el Alcalde D. Dionisio Pérez Viana, se tomó el acuerdo de contribuir con un
farol monumental, que representara a la ciudad, cuyo importe fue de 1.500
pesetas, una cantidad elevada para la época.
A la vista de todo ello y de lo que el Rosario de Crista
representa para Borja, creemos necesario preparar, con la suficiente antelación
su centenario. Una de las cosas que deberían ser asumidas es la creación de
Museo del Rosario, como han hecho otras localidades que cuentan con este tipo de
manifestaciones. Sobre esta cuestión volveremos otro día, dado que creemos
conveniente fijar nuestra posición, ante las noticias de un posible proyecto.
Pero hoy, lo que queremos plantear es la posibilidad de incorporar
al Rosario lo que podría ser el “Farol del Centenario”, parecido al “Farol de
la Ciudad” en cuanto a tamaño. Hay tiempo para que este proyecto llegue a materializarse,
con las aportaciones de todos los que quieran sumarse a esta iniciativa y del
propio ayuntamiento. Pero, antes hay que elaborar, por un especialista en esa
materia, un proyecto de la suficiente relevancia y conocer el presupuesto para
su construcción. En Zaragoza aún queda una empresa dedicada a la fabricación de
vidrieras artísticas.
Si en 1928, Borja fue capaz de llevar a cabo tan magno
proyecto, en muy poco tiempo, ¿Por qué no asumir ahora la realización del mejor
recuerdo de su centenario?
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