Cuando hace unas semanas tuvimos conocimiento del proyecto existente para crear una central hidroeléctrica en Borja, nos pareció una noticia propia del Día de los Inocentes, dado que asociábamos este tipo de centrales a los grandes embalses, muchos de los cuales están asociados a centrales. Pero que una central se instalase en Borja nos pareció inicialmente como algo de Ciencia Ficción.
Sin embargo, ignorábamos la existencia
de las llamadas “centrales reversibles” con una tecnología, en gran medida
desarrollada en España, basadas en dos balsas situadas a diferente altura,
unidas por dos tuberías, una de las cuales lleva el agua que impulsa las turbinas
de la central y la otra la retorna desde la balsa inferior a la superior, para
ser reaprovechada, de manera que el consumo del agua queda limitado, tras un
primer momento, a la reposición de la que se evapora.
Ayer, Heraldo de Aragón publicó
un extenso reportaje sobre la primera de esas centrales que va a construirse en
la provincia de Zaragoza, concretamente entre Garrapinillos y La Muela. Ya existen
otras en Aragón, pero la de Garrapinillos es la que más se asemeja a la que
puede ser construida en Borja.
Promovida por el ingeniero Manuel
Omedas y el fondo público belga Aspiravi, ya cuenta con 30 hectáreas entre los
dos municipios citados y, a la espera de la oportuna concesión del agua, se
señala que la cantidad no es mayor de la que necesitaría esa superficie de terreno
para el riego, en caso de ser cultivada.
En el artículo, que aconsejamos leer,
pues viene también en la edición digital del diario, se ofrecen datos sobre las
características del proyecto, como que las turbinas se instalarán a una profundidad
de 200 metros y los embalses estarán cubiertos y protegidos.
Al final de artículo se señala que la
compañía aragonesa Atalaya promueve hasta cinco proyectos que suman 1.646
megavatios en Estercuel y Palomar de Arroyos (Teruel) y en Tauste, Borja y
María de Huerva (Zaragoza).
Si la instalación en Borja llegara a
realizarse, durante el período de construcción se generarían un buen número de
puestos de trabajo. En la de Garrapinillos, se habla de 348 empleos directos y
otros 233 indirectos, aunque cuando se encuentre en explotación solo son
necesarias unas 16 personas.
A los puestos de trabajo hay que sumar
los beneficios para el Ayuntamiento de los impuestos derivados de la inversión
realizada que puede ser superior a los 200 millones de euros.
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