lunes, 7 de marzo de 2022

El fundador de Odessa era de origen español

 

         Estos días, la bellísima ciudad ucraniana de Odessa está presente en todos los medios de comunicación, ante la posibilidad de que caiga en manos rusas, merced a un asalto anfibio para el que ya cuenta con los medios necesarios en la zona. Por ello, han sido muchos los que han recordado que el fundador de la ciudad, a finales del siglo XVIII, fue un personaje de origen español. 


         Se trataba de José Pascual Domingo de Ribas y Boyons (1749-1800), más conocido como José de Ribas. Era hijo de Miguel de Ribas y Bouyons, natural de Barcelona, y de la irlandesa Margaret Plunkett. José nació en Nápoles, donde su padre (militar de profesión) era el Director del ministerio de las Fuerzas Navales y Armadas de ese reino. Debemos recordar que España fue obligada a abandonar Nápoles durante la Guerra de Sucesión, pero más tarde se hizo cargo del reino una rama de la familia Borbón; en concreto el que luego sería rey de España con el nombre de Carlos III.

         El joven José de Ribas recibió una educación muy esmerada, llegando a dominar seis idiomas, y a los dieciséis años entró en la Guardia Napolitana y, a los veinte había alcanzado ya el grado de mayor (comandante).

         Su suerte cambió radicalmente cuando le fue presentado al Comandante de la flota rusa en el Mediterráneo quien, sorprendido por la facilidad del joven para los idiomas, logró que le acompañara como ayudante e intérprete.

         Llegó a Rusia en 1772 y continuó su formación en la Academia Militar Imperial, mientras aprendía rápidamente el ruso. Aceptado como un “noble español”, ello no solo no fue obstáculo, sino que facilitó sus contactos con altos dignatarios de la corte, entre ellos con el ministro de Construcciones que tenía una hija natural con la que contrajo matrimonio José de Ribas, en presencia de la zarina Catalina la Grande que, posteriormente, sería madrina de sus dos hijas.



         Cuando el príncipe Grigori Potemkim se hace con el favor de la zarina y con todo el poder, José de Ribas entró a su servicio, ya con el rango de coronel, interviniendo de manera decisiva en el enfrentamiento con el imperio turco, en el que se sucedieron sus triunfos y los sucesivos ascensos en el Ejército de Tierra. Alguna de las victorias que logró fueron tan impresionantes como la toma de la fortaleza de Izmail, considerada inexpugnable.


         No es de extrañar, por lo tanto, que fuera uno de los tres plenipotenciarios nombrados por Catalina la Grande para firma el tratado de Jassy por el que, en 1792, se puso fin a la guerra entre Rusia y Turquía. En virtud del acuerdo, Rusia asumió el control de toda la orilla septentrional del mar Negro.


         Fue entonces cuando la zarina le encomienda la construcción de una ciudad en la costa recién adquirida que, por voluntad de Catalina la Grande se llamó Odessa, nombrando gobernador de la ciudad a José de Ribas, que pudo edificarla en muy poco tiempo. Le encargó también la construcción de una flota del Mar Negro, poniéndolo al frente de la misma. Comoquiera que Ribas pertenecía al Ejército de Tierra, el nombramiento despertó los lógicos recelos de los altos cargos de la Armada Imperial, pero Catalina lo solucionó rápidamente, nombrándolo contralmirante por un decreto personal y más tarde vicealmirante.



         Odessa llegó a convertirse en la cuarta ciudad de Rusia, la más abierta a la Cultura y el mundo occidental, dotada además de todas los avances y comodidades disponibles. Se decía que tenía las calles mejor pavimentadas de Europa y era un foco de atracción para intelectuales y científicos de todo tipo.

         En el imaginario popular su nombre aparece asociado a una secuencia de la película “El acorazado Potemkin” que el director Serguéi Eisenstein rodó en 1925. Es la de los soldados zaristas disparando y matando a multitud de civiles en las famosas escaleras que conectan el casco antiguo con la zona portuaria. Que tal matanza no existiera nunca era lo de menos para la propaganda soviética y, gracias a ello, lograron transmitir el mensaje de la crueldad de los “blancos”, frente a la bondad de aquellos trabajadores y miembros del ejército rojo que habían ocupado la ciudad en 1919.



         La ciudad ha resistido violentos ataques en diversas ocasiones. En 1854, durante la guerra de Crimea, hizo frente heroicamente al bombardeo de fuerzas navales británicas y francesas. Durante la II Guerra Mundial aguantó durante 73 días el ataque del ejército rumano, aliado de las tropas alemanas durante la invasión de Rusia.

         Tras un breve periodo en el que existió la República Popular de Ucrania (como nación independiente), los soviéticos crearon la República Socialista Soviética de Ucrania, integrada en la URSS, hasta que logró su independencia en 1991.


         Volviendo a nuestro personaje, su suerte cambió tras la muerte de Catalina la Grande, ya que su hijo Pablo I que lo llamó a San Petersburgo, tras ser acusado de malversación en la construcción de Odessa. Terminó siendo apartado de todos sus cargos y, al parecer, se vio envuelto en una conspiración contra el zar, con el propósito de colocar en el trono al heredero. Contrajo unas fiebres como consecuencia de las cuales falleció en diciembre de 1800. Hubo sospechas de que terminó siendo envenenado por los implicados en el complot para que, en su delirio febril, no revelara sus nombres. Fue enterrado en el cementerio luterano Smolénskoe de San Petersburgo y aunque las autoridades de Odessa pidieron el traslado de sus restos a la ciudad, en 2006, no pudieron lograrlo por la oposición de los rusos.




         Su recuerdo permanece en la ciudad que fundó, Odessa, donde tiene un monumento a él dedicado y también aparece entre los cuatro personajes dispuestos en torno al fuste de dedicado a Catalina la Grande.




         Además, una de las principales calles de la ciudad llevó siempre su nombre, a pesar de los intentos que hubo para cambiarlo. En la postal se le designa como “Rue de Ribas” y, en la actualidad sigue siendo la Deribásovskaya Ulitsta.


Junto a la calle se encuentra el primer parque de Odessa, que también fue construido por José de Ribas, junto con su hermano Félix que, por entonces, había ido a reunirse con él. El parque se mantiene con algunos monumentos que le confieren especial personalidad, como una silla que sorprende a muchos, pero que hace referencia a una famosa novela satírica de los escritores Ilf y Petrov (Iliá Ilf y Yevgueni Petrov) escrita en 1927 y publicada en 1928.  


         También su figura es objeto de especial atención por parte de la embajada española en Ucrania que, en 2013, realizó un documental titulado “José de Ribas. El Odiseo español” que dirigió Jorge Latorre y que puede verse en este enlace.

         Ese mismo año, el Comandante del Grupo Marítimo Permanente 2 de la OTAN (SNMG-2), C.A. D. Eugenio Díaz del Río, le rindió homenaje ante su estatua, durante una escala en esa ciudad.

A la ofrenda floral asistieron el alcalde de la ciudad, Oleksiy Kostusev, el vicegobernador de la región, Oleksandr Malin, el embajador de España en Kiev, D. José Rodríguez Moyano, el comandante del SNMG-2, contraalmirante Eugenio Díaz del Río, y el Comandante de la fragata Blas de Lezo (buque insignia de aquel grupo naval) C.F. D. Fernando Álvarez Blanco.

Cuando se difundió esta noticia se hablaba del homenaje tributado a un almirante español. Quizás calificarlo de “almirante” y de “español” fuera excesivo, aunque él siempre se consideró un noble español y, aunque su formación no fuera naval, llegó a ser almirante y lo que es más importante, conquistó para el Imperio ruso, gracias a su valor y a su capacidad un extenso territorio que ahora ambiciona el nuevo y peligroso zar de todas las Rusias.




 





 


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