Hoy la Iglesia, desnudados los altares y en silencio, espera
el momento culminante del año litúrgico: la Vigilia Pascual.
Nada mejor para recordarlo que esta hermosa imagen del Museo
de la Colegiata de Borja, en la que la Virgen, rota de dolor, contempla el
cuerpo de su Hijo muerto, sostenido por dos ángeles antes de ser introducido en
el sepulcro.
Ella había asistido a su Crucifixión, en compañía de San
Juan, como lo refleja esta obra de Juan de Lumbier, también del Museo de la
Colegiata.
Una secuencia del siglo XIII, atribuida al Papa Inocencio
III, refleja sus sentimientos en ese terrible momento:
Stabat Mater dolorosa
Iuxta crucem lacrimosa,
Dum pendebat filius.
Cuius animam gementem
Contristatam et dolentem
Pertransivit gladius.
Lope de Vega, una de las cumbres de nuestra literatura, la
tradujo admirablemente en la forma siguiente:
La
Madre piadosa parada
junto
a la cruz lloraba
mientras
el Hijo pendía.
Cuya
alma, triste y llorosa,
traspasada
y dolorosa,
fiero
cuchillo tenía.
Ante esa Virgen sufriente se postran ahora muchas personas,
buscando alivio en estos momentos de dolor, pidiendo por todas las víctimas de
la epidemia e implorando que, por su intercesión, nos veamos pronto libres de
ella.
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