Las epidemias que azotaron a la humanidad en el pasado
fueron fuente de inspiración para numerosos artistas que han dejado reflejadas
las estremecedoras imágenes que provocaba, desde la Edad Media hasta nuestros
días, como esta de la situación de la plaza del Mercado de Nápoles, obra de
Domenico Gargiulo (1609-c. 1675), que se conserva en el museo de esa ciudad.
Pero hubo un tiempo en el que, antes esas situaciones se volvían los ojos hacia
el Cielo buscando la ayuda del Señor y la de unos santos protectores
específicos, a los que hoy queremos referirnos.
Entre
todos ellos destaca San Roque, al que con preferencia se encomendaban todos en
esas ocasiones, debido a que él se contagió de la peste, cuidando a los
afectados. Uno de los lienzos más bonitos que le fueron dedicados es éste del
gran Pedro Pablo Rubens (1577-1640), que puede verse en la iglesia de San Martín de Aalst (Bélgica), en
el que se muestra a Jesucristo, nombrándole protector frente a la epidemia.
Precisamente,
San Roque curando a los enfermos es el motivo de esta obra de Jacopo Comin (1518-1594),
más conocido como “Tintoretto”, que la pintó en 1549 para la iglesia de San
Roque, de Venecia.
San
Roque atendiendo a las víctimas aparece también en esta obra del pintor
veneciano Giacomo da Ponte Bassano (1510-1592), bajo la protección de la
Virgen, que realizó en 1575 y que se exhibe ahora en la Pinacoteca de Brera, en
Milán.
El otro gran protector frente a las epidemias es San
Sebastián, sobre el que hemos seleccionado este lienzo del pintor holandés
Josee Lieferinxe, activo entre 1493-1505, que lo realizó en 1499 y ahora se
conserva en la Walters Art Gallery, de Baltimore (USA). El Santo, acribillado
por las flechas de su primer martirio, aparece arrodillado a los pies de
Jesucristo, intercediendo por los afectados que mueren en la escena inferior.
La gran peste de
Nápoles propició el encargo de diversas obras votivas, entre las que destaca la
de Mattia Preti (1613-1699), pintada en 1656, que puede verse en la Galería
Nacional de Capodimonte, en la que interceden ante la Virgen San Genaro, Patrón
principal de la ciudad, San Cayetano, fundador de la Orden de Clérigos
Regulares y considerado el creador del primer belén napolitano, y Santa Rosalía
de Palermo, Patrona de esta ciudad y también de Nápoles.
A San Agustín se acogieron otras ciudades y así aparece
implorando a la Santísima Trinidad que detenga al ángel con la espada, que aparece
a su lado, en esta obra de Johann Michael Rottmayr (1656-1730) que puede
contemplares en el Szépmuvészeti Mùzeum de Budapest.
La ciudad de Este (Italia) se encomendó a Santa Tecla, a
cuya intercesión se atribuyó al haberse visto librada de la gran epidemia de
mediados del siglo XVII, razón por la cual encargó años después a Juan Bautista
Tiepolo (1696-1770), la decoración del retablo mayor de su catedral. Esta
bonita obra en la que la Santa arrodillada, reza para calmar la cólera divina,
puede verse ahora en el Metropolitam Museum de de Nueva York.
Podríamos citar otros muchos ejemplos. Lo haremos en otra ocasión
con obras dedicadas específicamente a las epidemias, entre ellas una de nuestro
paisano Goya.
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