Entre las epidemias que han azotado a Borja, en el pasado,
destaca la de peste de mediados del siglo XVII, que azotó a Aragón entre 1648 y
1654, ocasionando 7.000 muertos en Zaragoza y en la que algunas poblaciones,
como Calcena, vieron reducirse su población en un 50 %.
Fue a raíz de ella cuando nuestra ciudad que, junto con
Ainzón, se había visto especialmente afectada, decidió acogerse a la protección
de San Roque, emitiendo un voto, con carácter perpetuo, comprometiéndose a
celebrar todos los años su fiesta con una Misa solemne y procesión.
Desde
entonces, no se interrumpió esta costumbre hasta fechas relativamente recientes
y, además de la Misa, a la que asistía la corporación municipal, bajo mazas, se
celebraba una procesión que llegaba hasta el convento de Santa Clara, ya que su
iglesia tiene como titular a San Sebastián otro de los santos protectores
frente a la peste.
Asimismo,
fue encargada una imagen del Santo que se colocó en el despacho del Sr.
Alcalde, como recordatorio del compromiso de la ciudad respecto al mismo.
El otro Santo al que se decidió celebrar una fiesta votada,
fue San Juan Bautista, conocido popularmente como “San Juanico”, aunque por una
razón diferente.
Fue el 24 de junio de 1657 cuando todos los vecinos de la
ciudad, reunidos en consejo con las autoridades, tomaron esa decisión, a raíz
de una gran “pedregada” que había descargado sobre los términos de Borja,
arrasando todas las cosechas, por lo que decidieron encomendarse al Santo para
que, en el futuro, les librase de una desgracia semejante.
La fiesta, a la que concurría también la corporación
municipal en pleno dejó de celebrarse en nuestra época, aunque se mantuvo de
alguna forma, la tradición vinculada al barrio de San Juan que no tiene nada
que ver con ella, aunque coincidan en la fecha.
La imagen de San Juanico que también presidía el despacho
del Alcalde, fue retirada del mismo y, junto a la de San Roque, instaladas
recientemente en el patio del Museo de la Colegiata. Sin embargo, aunque los
votos tan solemnemente formulados por la ciudad se han olvidado, cosa que no ha
ocurrido en otras localidades como Bureta, con el de la llamada Purísima
Votada, nos tranquiliza saber que los Santos no son rencorosos.
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