Ha sido el Prof. D. Juan Antonio Frago Gracia quien nos ha
recordado la figura de D. José de Viera y Clavijo y el testimonio de su paso
por nuestra comarca, a finales del siglo XVIII, en las circunstancias que vamos
a relatar.
D. Jose de Viera (1731-1813) había nacido en la localidad de
Realejo Alto (Tenerife) y, tras cursar los estudios eclesiásticos, fue ordenado
sacerdote en Las Palmas. Destacó como orador sagrado y por sus inquietudes
culturales que le llevó a publicar varias obras, entre las que destaca la Historia de Canarias, en cuatro
volúmenes, que escribió durante su etapa en La Laguna.
Esa es la razón por la que su recuerdo permanece vivo en
Canarias, donde su obra ha sido reeditada en varias ocasiones y cuenta con
monumentos dedicados en su localidad natal o en el mirador del Jardín Botánico
que lleva su nombre.
Pero, además, su Historia
de Canarias propició el que, para hacer frente a las dificultades que tuvo
para editarla, se trasladara a Madrid donde fue contratado para servir como preceptor
del joven marqués del Viso D. Francisco de Silva y Bazán, primogénito del
marqués de Santa Cruz. Al mismo tiempo entró en contacto con los círculos
intelectuales de la capital e ingresó en la Real Academia de la Historia.
El IX marqués de Santa Cruz D. José Joaquín de Silva-Bazán y
Sarmiento era uno de los personajes más influyentes de la Corte. Estaba casado
con Dª. María Soledad Fernández de la
Cueva y Silva, VI marquesa de Cadreita, que falleció muy joven, dejando un
único hijo, el citado marqués del Viso.
El joven marqués se había casado el 17 de febrero de 1776
con Dª. María Leopolda de Toledo y Slam Slam, hija de D. Pedro de Toledo y
Silva, XII duque del Infantado, y de la alemana Dª. María Ana de Salm-Salm.
El caso es que, al año siguiente de la boda, decidieron
emprender un viaje por Francia y Bélgica programado con la denominación de “correr
Cortes” que era como se conocía entonces a los viajes formativos de los jóvenes
herederos de las grandes casas nobiliarias.
Además de su esposa, acompañaban al marques del Viso, sus
suegros los duques del Infantado y, por supuesto su preceptor D. José de Viera.
La presencia de los suegros venía justificada por su conocimiento de París,
donde habían residido en varias ocasiones y por el prestigio de tan alto
personaje que facilitó enormemente las cuestiones logísticas y las relaciones
con diversas personalidades.
Fruto de ese viaje fue la obra publicada por D. José de
Viera, con el título Apuntes del Diario e
itinerario de mi viage a Francia y Flandes, que constituye un minucioso
relato, día por día, de todos los acaecimientos, desde que salieron de Madrid
el 24 de junio de 1777, constituyendo una interesantísima aportación acerca de
las condiciones en que se realizaban esos desplazamientos, junto con la
descripción de las localidades visitadas y curiosísimos detalles sobre las
situaciones a las que tuvieron que enfrentarse.
Salieron de España por Irún y, tras visitar detenidamente
París, llegaron a Bruselas, desde donde retornaron a la capital de España, para
asistir a los cursos y conferencias impartidos por los más relevantes
científicos del momento, sobre muy diversas materias. Allí conocieron al
inventor norteamericano Flanklin y también a enciclopedistas franceses como
Voltaire o D’Alembert, coincidiendo con la muerte de Rousseau.
Impresionados por los experimentos científicos que habían
presenciado, adquirieron máquinas para reproducirlos en España y numerosos
libros. Sin embargo, el delicado estado de salud del joven marqués, aconsejó a
los médicos que le visitaron el 4 de julio de 1778, el inmediato retorno a
España.
La vuelta se efectuó también por la frontera de Irún, siendo
acogidos con grandes muestras de afecto. En Fuenterrabía saludaron al duque con
15 salvas y en todo el recorrido se reprodujeron las fiestas y homenajes en su
honor.
Desde Tudela llegaron a Cascante el 19 de septiembre de
1778, donde admiraron “los excelentes relieves de los retablos”. Al salir de
esa localidad, en la ermita de Ntra. Sra. del Camino, les estaba esperando el
Obispo de Tarazona D. José Laplana y Castillón que les acompañó hasta su
palacio, en el que se alojaron.
El 20 de septiembre, D. José de Viera celebró misa en el
oratorio de palacio y después bajó a la catedral que no le impresionó demasiado
ya que anota que “es un templo gótico de poca recomendación”, lo que no deja de
ser llamativo en un hombre de tan exquisita cultura.
En Tarazona estuvieron varios días que aprovecharon para
leer “diferentes manuscritos y papeles curiosos” que les mostró el obispo, entre
ellos las causas de beatificación del venerable Palafox y de sor María Jesús de
Ágreda.
Pasearon por la huerta de la Rudiana, por la del marqués de
Ariza “con casa de campo, bosque y muchas aguas”. Les gustó mucho el recorrido
por el camino de Borja, “abundante en acequias y cañamares”. Ese día, 22 de septiembre”
pudieron contemplar una aurora boreal.
Después de celebrar misa, el domingo 27, salieron de
Tarazona para ir a comer “en la posada del lugar de Mallén”. El que un diario
tan minucioso no mencione su paso por Borja, es posible explicarlo porque
utilizaron el camino de Valcardera. Ese mismo día llegaron a Pedrola (Piedrola
anota en su diario) donde pernoctaron en el palacio de los duques de
Villahermosa.
Tras visitar Zaragoza donde les impresionó el “grandioso”
templo del Pilar y la Seo “igualmente magnífica”, continuaron viaje hasta
Valencia donde, el 5 de enero de 1779, “en medio del rigor de una tempestad”
falleció el joven marqués. Tenía 22 años y fue enterrado en la iglesia
parroquial de San Andrés que es el Patrón de El Viso.
Su desolada esposa volvió a casarse el 5 de enero de 1783
con Federido Augusto Alejandro de Beaufort Spontin, marqués de Florennes y duque
de Beaufirt-Spontín, Gobernador Genera de Bélgica, con el que tuvo tres hijos.
Uno de ellos fue Dª. María Francisca Leopolda de Beaufort y Toeledo que, al
casarse con el X duque de Osuna, unió para siempre las casas de Osuna y del
Infantado.
Agradecemos al Prof. Frago la información facilitada sobre
este fugaz recorrido por nuestra comarca y, sobre todo, por permitirnos
acercarnos a tan destacados personajes y a una obra de enorme interés.
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