Estos días son frecuentes las noticias e imágenes de
animales salvajes campando por las calles de las ciudades de todo el mundo,
aprovechando el abandono de las mismas por los seres humanos. Lobos, coyotes,
ciervos, cabras montesas, jabalíes y hasta patos han podido ser vistos.
Pero eso no es nada en comparación con la sorpresa que nos
llevamos el pasado martes al constatar la presencia de un gigantesco león en la
calle de San Bartolomé.
Fue al escuchar unos extraños ruidos cuando desde la Casa de
Aguilar pudimos ver al animal ya reducido. No hizo falta un domador con su
látigo, bastó con un “chicote” que, como señala el Diccionario de la Real
Academia Española, es una palabra que, entre otras acepciones, tiene la de “látigo”.
La fiera, que por
cierto era muy bonita, fue llevada a un "zoológico" próximo al cabezo de San Jorge, ya no era apta, por sus dimensiones, para
decorar el interior de una vivienda. El autor de la obra es un escultor búlgaro que reside junto a la Casa de Aguilar y que ya ha dado muestras de habilidad y mérito, que merecen ser destacados.
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