En días pasados, al hablar de la isla de Guam, hicimos
referencia a las consecuencias que la guerra hispano norteamericana de 1898
tuvo sobre las posesiones españolas en el Pacífico. En virtud del Tratado de
París, las Filipinas y Guam fueron cedidas a los Estados Unidos. La
imposibilidad de mantener los archipiélagos de las Carolinas, las Palao y las
restantes islas de las Marianas, provocó que, en 1899, fueran vendidas al Imperio
Alemán por 25 millones de pesetas, aunque España se reservó el derecho de
establecer un depósito de carbón en una de ellas, por si fuera necesario para
futuras navegaciones por el Pacífico.
Pero, en la venta, no se mencionó a otras islas que España tenía en la Micronesia, todas ellas descubiertas por Juan de Grijalva (1490-1527), entre las que se encontraban las denominadas Güedes, Pescadores, Coroa, Monteverde y Ocea, posiblemente porque ni una ni otra parte las conocía, ya que nuestro país no había ejercido nunca un pleno dominio sobre las mismas, ni las había ocupado de forma permanente.
Sin embargo, en 1949, el investigador del CSIC D. Emilio
Pastor y Santos se percató de esa anomalía y, considerando que España podía
seguir manteniendo derechos de soberanía sobre esos territorios, lo puso en
conocimiento del Gobierno. No era el momento oportuno, dado que nuestro país
estaba sometido al aislamiento internacional y no era miembro de las Naciones
Unidad por lo que el Jefe del Estado, decidió aplazar la cuestión para una
mejor ocasión. No obstante, el citado investigador publicó al año siguiente la
obra Territorios de soberanía española en Oceanía, en la que defendía su tesis
de una supuesta “provincia oceánica española”.
Curiosamente, fue en 2014 cuando D. Jon Iñarritu, entonces
Diputado en Cortes por la coalición Amaiur y, posteriormente Senador, formuló
una pregunta al Gobierno que presidía D. Mariano Rajoy Brey acerca de esa
cuestión, a lo que se le respondió que el asunto debía considerarse zanjado,
dado que aunque cuando en la venta efectuada al Imperio Alemán de los
archipiélagos del Pacífico no se mencionaba expresamente a esas islas (que por
otra parte no pertenecían a ninguno de ellos), debía considerarse tácitamente
que la venta incluyó a todas las posesiones.
Posiblemente la pregunta del diputado de Amaiur guardaba
relación con la iniciativa de D. Augusto Prieto Fernández que, el 14 de
noviembre de 2012, había decidido proclamar el Estado de Oceana, integrado por
esas islas “perdidas”, dotándole de escudo y bandera propia, proclamándose Jefe
de Estado, con el título de Dux.
Aunque, se trataba de una iniciativa virtual, como otras
similares (recuérdese la de la isla de Redonda del escritor Javier Marías),
llegó a nombrar embajadores y creo una página en la que se insertaba la declaración
de independencia y los territorios que comprendía.
Todas esas islas se encuentran actualmente bajo la soberanía
de otros Estados. Ese el caso del atolón de Mapia que, con el nombre Kepualauan
Mapia, está integrado por las islas de Pegun, Berasi, Fanildo, pequela Bras y
pequeña Fanildo y pertenecen a la República de Indonesia.
Coroa, conocido como Rongerik o Rongdrik, es otro atolón de
1,68 kilómetros cuadrados, formado por 17 islas que pertenece a la República de
las islas Marshall. Aunque está deshabitado cobró notoriedad en 1946 cuando los
habitantes del atolón de Bikini fueron trasladados hasta ese lugar por el gobierno
norteamericano, debido a las pruebas nucleares que se llevaron a cabo. Allí
pasaron grandes calamidades y prácticamente murieron de hambre hasta que fueron
de nuevo evacuados.
La llamada “isla de Pescadores”, ahora conocida como Kapingamarangi,
es otro atolón, con 33 islotes en torno a una laguna, con único acceso al mar.
Pertenece al Estado de Pohnpei en los Estados Federados de Micronesia y, en
alguno de los islotes, viven unas 500 personas dedicadas a la pesca.
También pertenece al Estado de Pohnpei de los Estados federados
de Micronesia la isla de Monteverde, actual atolón de Nukuoro, con 40 islotes
en torno a la laguna central, donde viven unas 373 personas ya que la mayor
parte de las que allí residían se han trasladado a Pohnpei.
Hay más, pero estas imágenes son suficientes para mostrar
esos bellísimos lugares de aguas azules y blancas playas que, en un tiempo
lejano, fueron españoles y abandonamos a su suerte porque no podíamos
mantenerlos. No obstante, hay que dejar claro que, a diferencia de lo que
comentábamos sobre Guam y los otros archipiélagos, España nunca mostró especial
interés por esas islas remotas y sus contados habitantes jamás llegaron a saber
que dependía de nuestro país.
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