domingo, 27 de febrero de 2022

El plan de drenaje del Prado de Agón

 


         Cuando, en noviembre del pasado año, tuvimos conocimiento de la publicación en el volumen XXXI de la revista Aragón en la Edad Media de un artículo de Darío Español Solana, en que se destacaba que, en el siglo XIII, las principales explotaciones salineras en la ribera del Ebro se situaban en los yacimientos ubicados en Remolinos, Bujaraloz, Sástago, y Agón, la referencia a esta última localidad de nuestra comarca constituyó una auténtica sorpresa.

         Inmediatamente, intentamos encontrar el lugar en el que se encontraban esas salinas y pensamos en las lagunas endorreicas de Plantados y Agón. Pero, la primera de ellas, la que suele tener agua durante más tiempo, pertenece a Bisimbre, mientras que en la otra se puede apreciar un depósito salino blanco.

         Lo que ocurre es que, como nos comentó el Dr. D. Isidro Aguilera Aragón ese depósito, recientemente estudiado es de sulfato magnésico, que no se puede utilizar para el consumo humano, aunque en la de Plantados sí que es de cloruro sódico.

         En opinión del ilustre arqueólogo, la producción de sal en Agón estaría centrada en el llamado “Prao” o “Prado”, un lugar de interés, que era también una laguna de mayores dimensiones, aunque la existencia de zanjas de drenaje ha provocado que mantenga agua en contadas ocasiones.




         Comoquiera que no conocíamos esa zona, en un día desapacible y ventoso nos trasladamos al lugar que nos señaló, en la carretera a Fréscano e hicimos unas rápidas fotos de lo que creímos intuir que era el Prao. Pero, ante la falta de datos más concluyentes, dejamos aparcado el tema hasta que pudiéramos volver, acompañados por personas que conocieran la zona.


         Pero, inesperadamente, hemos vuelto a tener noticias del “Prado Hondo” de Agón, dado que los dos ilustres académicos que nos visitaron recientemente, nos facilitaron la imagen del plan trazado por el veterinario Francisco González para desecar esa zona.

         A finales del siglo XVIII se había declarado en el corregimiento de Borja una epidemia de muermo que afectaba sobre todo a los términos municipales de Novillas y Agón.

         Para controlarla fue enviado a esta zona, desde Madrid, al que entonces era Mariscal Mayor del regimiento de Caballería Farnesio, D. Francisco González Gutiérrez quien desarrolló una intensa labor, de la que cual nos ha quedado constancia en el detallado informe que elaboró a finales de 1793.

         Entre las medidas preventivas que propuso fue el de proceder a sanear la zona de pastos comunes de Agón, el famoso “Prado”, que “debido a la presencia de numerosas fuentes se encharcaba mucho tiempo con los problemas que ello acarreaba”. Para solventarlos, abogaba por la apertura de unas acequias de drenaje, de acuerdo con el plano que reproducimos que los académicos Dª. María Cinta Mañé Seró y D. Miguel Ángel Vives Vallés incluyeron en su comunicación al XVII Congreso Nacional y VIII Iberoamericano de Historia de la Veterinaria. Queda claro, por lo tanto, que la desecación de esa zona es algo que se remonta al siglo XVIII y obedeció a causas sanitarias.

         Como aclaración a algunos términos anteriormente expuestos, debemos señalar que en los Ejércitos, la palabra “mariscal” es también sinónimo de “veterinario”, que era la profesión de Francisco González. En cuanto al “muermo”, el Diccionario de la Real Academia Española lo define como “Enfermedad virulenta y contagiosa de las caballerías, transmisible al hombre, caracterizada principalmente por ulceración y flujo de la mucosa nasal e infarto de los ganglios linfáticos próximos”. Está provocada por la bacteria Burkholderia mallei (nueva denominación de la antigua Pseudomonas mallei) y no solo afecta a caballos, asnos y mulas, sino también a ovejas, cabras y animales domésticos.



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