Aunque esta tradicional ceremonia de Albeta tuvo lugar el primer domingo de septiembre, no ha sido hasta ahora cuando hemos recibido imágenes de la misma. Nos las ha remitido Dª. Eva Frago Corao (las que ha podido conseguir), lo que le agradecemos dado nuestro interés por documentar todos aquellos elementos que constituyen el Patrimonio Cultural Inmaterial de nuestra comarca, del que vamos a acometer el inventario definitivo. No queremos dejar de reseñar que la mayoría de las fotos son de Carlos Castán y otras de la propia Eva.
El pesaje de los niños se enmarca
dentro la “llega”, el recorrido que para recaudar fondos para la cofradía de la
Virgen del Rosario, se viene celebrando al menos desde el siglo XVII, como está
documentado en el libro de la cofradía.
Al terminar la Misa, el mayordomo (este
año lo era Gabriel Baya Cuber) recorre las calles de la localidad, portando una
cajeta con la imagen de la Virgen (un bonito grabado del gran artista borjano
Buenaventura Salesa). Le acompañan los gaiteros y los danzantes que son los que
llevan ese peso que, ahora, se conserva en el Centro de Interpretación del
valle del Huecha.
La comitiva se detiene en las puertas
de las casas, donde sus propietarios depositan su aportación económica y, en
muchas de ellas, ofrecen refrescos y pastas con otros aperitivos dispuestos en
mesas preparadas al efecto.
El pesaje de los niños era una forma
más de contribuir a los gastos de la cofradía. Utilizando una báscula de la que
penden dos capazos, se coloca al niño o niña en uno de ellos y, en el otro, se
va depositando trigo hasta alcanzar su peso. Suele ser el padre el encargado de
ir vertiendo el grano a esa balanza que sostienen dos danzantes, aunque después
los propios padres u otros miembros de la familia se fotografían con ella.
Conviene recordar que, antiguamente, el
pago en especie era la forma habitual de hacer frente a los compromisos, en
casos como éste o, por citar otro ejemplo, el de las igualas de los profesionales
sanitarios.
Además, el pesar a los niños (siempre
los nacidos en el año) tenía otro significado, el colocarlos bajo la protección
de la Virgen en épocas en los que la mortalidad infantil era muy elevada.
Tras el paréntesis impuesto por la
pandemia, la tradición se ha recuperado este año y fueron ocho los niños “pesados”,
una cifra superior a la habitual.
Reproducimos todas las fotos recibidas,
aunque al contar el número de niños nos salen siete, por lo que, al menos, nos
faltan las de otro niño. Lo que nos ha contado Eva es que, en la actualidad,
cualquier familia que desee participar de esta tradición, aunque no resida en Albeta,
puede ponerse en contacto con el Ayuntamiento para poder cumplir su ilusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario