miércoles, 13 de marzo de 2024

Los que ya no están en el Panteón de Hombres Ilustres. III. Prim

 

         Cerramos la serie dedicada a los personajes que están o estuvieron enterrados en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid, con la referencia de los restos del general Prim, exhumados para ser llevados a su ciudad natal: Reus.

         Allí había nacido el 6 de diciembre de 1814, siendo hijo del notario Juan Pablo María Prim, que había sido capitán en la Guerra de la Independencia y también participó como oficial en la I Guerra Carlista.

         El joven Juan Prim y Prats (19 años), se alistó como soldado en la unidad que manda donde, inmediatamente, dio muestras de un gran arrojo y valentía que le valieron el ascenso a oficial y el inicio de una brillante carrera militar que, en distintas fases, le llevó a ser nombrado Capitán General de Puerto Rico.


         Pero el culmen de su gloria militar lo alcanzó en la guerra de Marruecos, donde al frente de sus voluntarios catalanes, se distinguió en numerosas acciones, entre las que destacan la batalla de Castillejos que le valió ser creado marqués, con ese título por la reina.

         Junto a su brillante trayectoria militar, la figura de Prim va unida a su compromiso político, como liberal y catalán, que a pesar de su errática actuación en diversas ocasiones le convirtieron en una figura decisiva como representante del sector progresista.

         Su participación en la revolución de 1868, que depuso a Isabel II, propició su entrada en el Gobierno Provisional como Ministro de Estado. Después desempeño la cartera de Guerra y fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros.

 


         Fue Prim quien propició el nombramiento de Amadeo de Saboya como Rey de España, pero poco antes de la llegada del nuevo monarca, Prim fue objeto de un atentado en la calle del Turco, el 27 de diciembre de 1870, cuando regresaba a su residencia desde el Congreso, muriendo tres días después.

         Tras este magnicidio, en el que participaron doce personas, había una conspiración que nunca llegó a ser explicada, aunque algunos opinaron que, tras ella, estaba el duque de Montpensier. También se ha discutido sobre las causas reales de la muerte, dado que las heridas que le fueron ocasionadas no eran mortales de necesidad. En Borja, el periodista Francisco Pérez Abellán, defendió la teoría de que fue estrangulado, como podía deducirse de la investigación efectuada sobre su cadáver, en la Universidad Camilo José Cela, hipótesis descartada por otros expertos.

 

         Sus restos fueron enterrados en la basílica de Atocha y, posteriormente, trasladados al Panteón de Hombres Ilustres, junto con los citados en días anteriores. Para acogerlos Plácido Zuloaga (1834-1910) diseñó un mausoleo que, protegido por un fanal y rodeado por una verja de hierro, ocupaba el centro de una de las pandas del panteón.

 

         Zuloaga era un maestro del arte del damasquinado y, para la realización del mausoleo, contó con la colaboración del escultor francés Émile Hébert, autor de la figura yacente del general y de los medallones y bajorrelieves que lo decoran.

         Fue elaborado en Éibar y Sant Joan Lohitzune, entre 1874 y 1875, con la participación de 32 artesanos. La urna, cincelada en acero, lleva incrustaciones de plata y oro. Sobre ella, se encuentra la estatua yacente del general, vestido de militar, con la cabeza reposando en dos almohadas y portando una espada. Es de bronce, con un baño de plata, al igual que los medallones (de cuatro militares romanos) y los relieves que, en los laterales de la urna, representan la batalla de los Castillejos y la entrada triunfal de Prim en Madrid, al frente de sus voluntarios. La única inscripción que figura, al frente de la urna, es el apellido del ilustre militar: Prim. Al otro lado, sus armas con el lema "Honor, valor y lealtad".

 

         En 1970, al cumplirse el centenario de su muerte, la ciudad de Reus pidió el traslado de sus restos hasta su cementerio, donde fue instalado el mausoleo, aunque sin el fanal de protección.

 


         Ante el deterioro experimentado por su exposición a la intemperie, en 2013 fue sometido a una profunda restauración y, al año siguiente, instalado en un espacio acristalado a la entrada del cementerio, donde ahora puede verse.

         Por decreto de la Generalitat de Catalunya, el mausoleo fue declarado “Bien Cultural de Interés Nacional”, por ser “una de las obras más singulares de las artes decorativas del siglo XIX, de estilo neoclásico”. Llamamos la atención acerca del adjetivo utilizado para definir el bien, el mismo que, poco a poco, está vedado en el resto de España, donde va siendo sustituido por el de “estatal”. Curioso…



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