Habían anunciado lluvia para todo el Viernes Santo, pero a la una de la tarde salió el Pregón del Entierro de Cristo, haciendo caso omiso de lo que parecía inevitable.
Muy pronto comenzó a lloviznar y las calles fueron mojándose, así como los participantes en el pregón que, a pesar de ello, continuaron su marcha.
Aun se pudo cantar en alguno de los
lugares es que habitualmente se realiza, cuando ya los paraguas comenzaban a
hacer su aparición.
Enrique Lacleta que seguía la comitiva,
siempre pendiente de los miembros de la cofradía de San Bartolomé que la
encabezaba, pudo captar algunas bonitas imágenes antes de que, a la altura de
la calle Mayor, al arreciar la lluvia hubo que interrumpir el pregón e iniciar
una desbandada general en busca del refugio de la colegiata.
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