viernes, 15 de marzo de 2024

La casa de la campanera y el pórtico de Santa María

 

         Quienes visitan la colegiata de Santa María y contemplan, junto a su pórtico, los testimonios de su evolución arquitectónica, como los sillares de la iglesia románica o el adarve de su etapa de iglesia fortaleza, posiblemente desconozcan cómo llegaron a descubrirse esos restos.




         En aquel espacio se alzaba la llamada “casa de la campanera”, completamente adosada al pórtico, en la que residía la persona encargada de hacer sonar las campanas, a lo largo del día y en el transcurso de determinadas ceremonias litúrgicas, que podía seguir asomándose por un ventanuco situado en la cornisa de la nave central.

         Cuando el Ayuntamiento procedió a su derribo, la casa ya estaba abandonada, aunque seguía siendo una dependencia de la iglesia. Cabe preguntarse entonces acerca de la razón que impulsó esa actuación.

 

         Resulta que, en el interior del pórtico se encontraba la lápida dedicada a los borjanos caídos combatiendo en las filas del bando nacional, en el transcurso de la Guerra Civil, junto con el nombre de Antonio Lasa Vidaurreta, religioso asesinado y más tarde beatificado, algo que siempre nos pareció sorprendente, pues no fue combatiente y hubo otros religiosos asesinados que no aparecían en la lápida. La foto que reproducimos corresponde a una reparación anterior al derribo.

         Esa demolición fue justificada por el entonces Alcalde para abrir el arco supuestamente cegado en el pórtico, aunque, como le advertimos, nunca había existido dicho arco ya que, cuando se edificó el actual pórtico ya existía la casa de la campanera. Pero, retirada la lápida, objetivo muy anterior a leyes posteriores, se decidió seguir adelante.

 




         El derribo permitió poner al descubierto y restaurar los restos a los que anteriormente hicimos referencia. En contra de la primera opinión, tendente a enlucir de yeso el muro, aconsejamos utilizar ladrillo, como así se hizo.

 

         Pero, como habíamos previsto, al derribar el muro del pórtico se pudo comprobar que allí nunca había existido un arco. Hubo dudas respecto a lo que convenía hacer y el arquitecto sugirió construir un vano adintelado para que se diferenciara de los otros dos. Pero, aunque ello implicara una “falsificación” sugerimos que, por el contrario, se asemejara a los otros dos y, por ello, fue rasgado dándole la forma de arco.


         El resultado final fue el que muestra esta imagen, en la que se ve cómo fue reproducido el arco (aunque la forma semicircular no llegó a ser perfecta) e incluso fueron recreadas las pilastras que lo flanquean. El presupuesto no daba para más y la base se hizo en piedra artificial que es, quizás, lo más detonante.



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