viernes, 15 de marzo de 2024

Libros recibidos 704

 

         Durante la reciente visita a nuestro Centro de nuestro amigo D. Ramón Baiget Viale de Montebello, nos hizo entrega de una curiosa obra que lleva por título El torneo de Huesca o Los hermanos por baldón, que como se subraya se trata de una novela caballeresca del tiempo del rey Pedro I de Aragón.

         Su autor es D. Tomás Valls y Rodríguez de cuya biografía apenas se conocen datos, aunque hemos podido reconstruir una parte de ella. Como él mismo señala en la dedicatoria de la obra, era hijo de D. Amadeo Valls de Puigsamper, del cual hemos sabido que pertenecía al Cuerpo Especial de Contabilidad y Tesorería del Estado, habiendo desempeñado destinos en las Administraciones de Hacienda de Oviedo y Valencia, hasta que, en 1871, fue nombrado Jefe de Intervención de la Administración económica de la provincia de Madrid, siendo declarado cesante en 1878.

         De su hijo, el autor de la obra, hemos logrado saber que pertenecía a la carrera judicial y, en 1893, pasó destinado desde la Audiencia Provincial de Matanzas (Cuba) a la de Manila Puig-Samper y González, magistrado que fue de la Audiencia Territorial de Barcelona. En 1897, estaba destinado como Presidente de Sala en la Audiencia Territorial de Puerto Rico. En 1900, pasó de la Audiencia Provincial de Pamplona a la de Barcelona, como Magistrado, de la que fue trasladado a la de La Coruña al año siguiente, por incompatibilidad, pero a mediados de 1902 solicitó el retiro cuando aún se encontraba en esa capital gallega.

         Tomás Valls Rodríguez Puig-Samper González era descendiente, por línea colateral del ilustre diplomático menorquín D. Francisco Seguí Valls Sintes Carreras, perteneciente a una acaudalada familia que probó la nobleza de su estirpe.

         El libro que ha dado lugar a esta investigación fue, posiblemente, su única obra, pero a través de un periódico de Puerto Rico, hemos podido saber que, durante su estancia en esa isla, expuso algunos cuadros, dado que era aficionado a la Pintura.

         Debió escribirlo cuando, recién terminada la carrera, era un joven abogado, como se hace constar en la carta prólogo que, firmada en Madrid, por José Víctor, llega a comparar la novela con otras salidas de la pluma de Walter Scott. Comparar al novel escritor con el escritor inglés puede parecer exagerado, pero no es una mala novela. Su trama ambientada en el siglo XI, allá por la serranía de Albarracín, se lee bien y, en buena medida, mantiene la atención del lector.

         El prologuista decía que “el público con su aprobación te estimulará a continuar por la senda que tu novela te traza y yo espero también, a pesar de ser ya viejo, que leeré algún otro engendro tuyo”. Mucho nos tememos que el ilustre magistrado volviera a publicar lo que, en el buen sentido, era calificado como “engendro”.


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