Al margen de las críticas que puede suscitar el empleo de pintadas como método de expresión (siendo además constitutivas de delito cuando se realizan en lugares protegidos), lo cierto es que, en ocasiones, constituyen un documento sociológico que ha sido objeto de atención por parte de algunos investigadores.
Entre las que, recientemente, hemos
visto en algunas localidades de nuestra zona, nos llamó la atención la que
había cerca de la iglesia parroquial en la que iba a desarrollarse uno de los
conciertos de un importante festival. Allí, alguien había escrito “Te amo”,
obteniendo una contundente respuesta: “Yo, no”.
En otra localidad del Campo de Borja y
en un lugar un tanto recóndito vimos esta otra, ya antigua, en la que Esther y
Nahia, unían sus nombres a un corazón. Para los que ignoren lo que significa “Nahia”
debemos aclarar que es un nombre femenino, de origen vasco, que puede
traducirse como “deseo”.
Curiosas expresiones de amor que, por
lo menos, no son tan reiterativas como los corazones de “amorcito”.
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