Cuando parece haberse atenuado la pasión de “amorcito”, queremos llamar la atención sobre otro grafitero que campa a sus anchas por las calles de nuestra ciudad. En este caso, utiliza el rotulador con el que da muestras de cierto dominio en el dibujo, por lo que nos cabe la duda de si se trata del mismo joven.
La ironía de la que hace gala en alguna
de sus obras, como es el caso de este “No se dibujar”, con una interrogación
entre paréntesis, junto con el trazo firme con el que dibuja, nos ha hecho
recordarlo.
Mientras tanto, se entretiene
impunemente en manchar el mobiliario urbano y las señales, como muestran estos
ejemplos circunscritos al limitado entorno de nuestra sede.
En la capital de Bulgaria también tienen ese problema y, para
atajarlo, la policía de Sofia ha puesto en marcha un registro de firmas de los
autores, creando una base de datos a las que se incorporan todas las que
fotografían para, de este manera, conocer su autoría y poder acumular pruebas
en caso de detención.
En las informaciones recabadas las
autoridades búlgaras distinguen las pintadas que ensucian monumentos y paredes
de aquellas otras de cierto valor artístico, de las que también hay abundantes muestras en los lugares más insólitos. No
obstante, es complicado distinguir entre unas y otras cuando se realizan de
forma incontrolada.
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