jueves, 22 de diciembre de 2022

Detalles del belén del Auditorio en las fotos de Enrique Lacleta

 

         Si ayer mostramos el belén del Auditorio de Santo Domingo, a través de las imágenes que Enrique Lacleta había realizado desde las alturas, hoy queremos mostrar algunos detalles que ha captado y que pueden pasar desapercibidos en una rápida visita.



         Las cigüeñas en lo alto del palacio de los marqueses de González de Castejón y la silueta de nuestro Presidente a través de las ventanas de la Casa de Aguilar, son algunos de ellos. Pero no queremos dejar de destacar el acierto de ese travieso y gran maquetista que es Ángel Sánchez Serrate al dar a la carpintería del citado palacio, el color verde que siempre lo caracterizó, algo muy oportuno en estos momentos en los que se procede a su restauración y hasta aquí podemos decir…


         Como es lógico, por devoción y tradición familiar, Enrique se ha fijado de manera especial en la iglesia de San Bartolomé, adecuando su cámara para que se pudiera contemplar el interior de la misma con la imagen procesional del Santo Apóstol y la Virgen del Pilar en su capilla, algo de lo que nosotros no nos dimos cuenta cuando visitamos el belén.




         También, en relación con ese templo, hay otros detalles significativos: La mujer en la puerta con la campanilla que regalamos a la cofradía; la antigua torre que tenía la iglesia antes de que fuera insensatamente derribada o los danzantes que acuden hasta allí con su cordero (cubierto con manteleta verde) y el traje tradicional y, por lo tanto, auténtico, que vistieron desde su fundación hasta una desafortunada reforma impulsada desde fuera de la ciudad.



         Este es el recuerdo dedicado al terrible incendio que, el pasado verano, asoló los pinares de nuestro Santuario de Misericordia. Sobre el monte calcinado está la ermita del Calvario, testigo mudo de aquella tragedia.




         Debajo, está una cueva con pastores cuyas ovejas, como las del resto del belén, lucen un remedo de lana auténtica que les dota de especial realismo.



         La ermita del Sepulcro, fielmente reproducida y el castillo también están presentes. En este último caso con la gran representación del señal real que fue colocado allí para la última recreación histórica y se mantuvo hasta que el sol y las inclemencias atmosféricas la dejaron prácticamente inservible, a pesar de lo que costó su realización y colocación.




         Escenas bíblicas como la búsqueda de alojamiento en Belén, por parte de San José y la Virgen, también aparecen. El detalle del perro sobre la azotea y el calor de la lumbre en el interior de la posada, contrastan con el desamparo en el que se encuentran al ser rechazados.

         Herodes, aparece en su palacio pero, también, protagonizando la matanza de los Santos Inocentes, aunque a su lado esté un legionario romano con su estandarte y el detalle curioso de un león encadenado.




         Pero, donde el realismo alcanza su mayor expresión es en las escenas de vida cotidiana. El segador dallando la mies, ese puesto de pescado con los rótulos del género que se oferta o la preciosa reconstrucción del puesto de especias, con todo su colorido, son un claro ejemplo de lo que decimos.



         Y lo mismo puede decirse del taller carpintería y del herrero o herrador (hay una burra con las patas trabadas) en donde no falta detalle. Y como lo que hemos mostrado podríamos hacerlo con otras imágenes que nos ha remitido Enrique. Basta con estas para estimular una visita detenida a ese belén, con el fin de “descubrir” sus múltiples “secretos”.



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