Una distinguida colaboradora del Centro acaba de donarnos un folleto interesante por su rareza y por su contenido. Se trata del texto de la conferencia que D. José María López Landa pronunció en la “Juventud Católica” de Tarazona sobre el poeta Gustavo Adolfo Bécquer.
D. José María López Landa (1878-1955), había
nacido en Calatayud, ciudad a la que consagró buena parte de su vida, fundando
varias instituciones, entre las que destacó la Biblioteca “Gracián” en la que
trabajó un cuarto de siglo. Fue académico de número de la Real Academia de
Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza y correspondiente de la de la
Historia y de la Real Academia Española. En 1949, fue nombrado Hijo Predilecto
de la Ciudad.
Fue un ferviente católico y, como cosa
curiosa, solía vestir un hábito cisterciense para la lectura del Oficio Divino
e, incluso, para el trabajo en la biblioteca. Con él quiso ser enterrado cuando
falleció en 1955.
Además de competente historiador, autor
de muchas obras de interés local, fue un ameno orador, por lo que era requerido
en otras localidades para participar en actos culturales. En 1923, fue invitado
por la “Juventud Católica” de Tarazona, para pronunciar la conferencia que ha
motivado este comentario.
Esa entidad o asociación había sido
fundada en 1893, dentro de proceso de recristianización emprendido por la
Iglesia. Era obispo de la ciudad el futuro cardenal Soldevila y estaba dirigida
fundamentalmente a jóvenes trabajadores, con una finalidad, religiosa, instructiva,
recreativa y también económica, dado que facilitaba ayudas a quienes las
necesitaban.
Tenía su sede en la calle Quiñonez nº 7
y hubo momentos en los que llegó a contar con más de 500 socios. De su historia
se ocupó José Estarán Molinero en un artículo sobre “Organizaciones
católico-sociales en Tarazona”, publicado en la revista Turiaso.
Dentro del estilo de la época, la
conferencia sobre Bécquer, que pronunció el 16 de diciembre de 1923, dentro de
un cursillo dedicado a los más grandes poetas españoles del siglo XIX, es
interesante por su forma literaria en la que presenta a Bécquer como “un buen
amigo de Tarazona”, para el que pedía un reconocimiento expreso por parte de
esa ciudad que recorrió varias veces en su camino hacia Veruela.
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