Como comentábamos ayer, a pesar de la brevedad de nuestra estancia en Madrid, tuvimos ocasión de ver bastantes cosas y una de ellas fue el Panteón de Hombres Ilustres que, desde 2022, ha pasado a denominarse Panteón de España, en aras a esa moda del lenguaje inclusivo que nos invade, en virtud de la cual parecía inadecuado mantener el nombre con el que fue creado.
Fue durante de la regencia de la Reina
María Cristina, madre de Alfonso XIII, cuando se decidió reedificar la Real Basílica
de Nuestra Señora de Atocha, que. tras haber resultado muy maltrecha durante la
ocupación francesa, había quedado prácticamente destruida tras el abandono del
convento dominico anexo por la Desamortización.
Durante un tiempo fue utilizado como
Cuartel de Inválidos y, por ese motivo allí recibieron sepultura los restos de destacados
militares como José de Palafox, Francisco Castaños, Manuel Gutiérrez de la
Concha y Juan Prim, con los del político Antonio de los Ríos Rosas, todos los
cuales habían sido directores de ese benéfico establecimiento militar.
Por eso, la Reina María Cristina quiso
que el claustro de la nueva basílica, tuviera carácter de panteón para acoger los
restos de esos personajes y los de otros a los que se considerara merecedores
de recibir un homenaje nacional.
Para la realización del proyecto se
convocó un concurso que ganó el arquitecto Fernando Arbós Tremanti, que proponía
un edificio de estilo neobizantino con una torre inspirada en el campanile de
la plaza del Duomo de Pisa.
Las obras dieron comienzo en 1891, pero
sólo se llegó a terminar el claustro (donde está el panteón) y la torre, pues
la basílica se construyó mucho más tarde.
El panteón que forma parte del
organismo Patrimonio Nacional, está rodeado por unos bien cuidados jardines y
su interior también ofrece un aspecto de pulcritud que contrasta con el
abandono al que fue sometido en el pasado.
En la actualidad son trece las
personalidades enterradas. Todos ellos políticos y militares decimonónicos y de
principios del XX. El último en ser enterrado allí fue Eduardo Dato, en 1921.
De ahí, que este edificio declarado BIC fuera objeto de atención por parte de
la Ley de la Memoria Histórica y, siendo ministra Carmen Calvo se decidiera
reorientar su significado, convirtiéndolo en un lugar dedicado a “mantener el
recuerdo y proyección de los representantes de la historia de la democracia
española y de aquellas personas que hayan destacado por su labor en defensa de
la convivencia democrática, la paz y los derechos humanos, así como el progreso
de la ciencia o la cultura”. Pero, salvo el cambio de nombre nada más se ha
hecho y hasta allí no ha sido llevados los restos de ninguna mujer.
Menos conocida aún es la existencia de
otro “panteón de hombres ilustres”, mandado construir en 1884, por el ministerio
de Fomento, en la Sacramental de San Isidro, para conservar los restos de Juan
Meléndez Valdés (1754-1817); Juan Donoso Cortés (1809-1853) y Leandro Fernández
de Moratín (1760-1828).
Tenía forma radial con tres tumbas, construidas en piedra
blanca de Monóvar. En el centro se alza una columna, coronada por la estatua de
la Fama, que realizó el escultor Ricardo Bellver y Ramón (1845-1924), en mármol
de Carrara.
Durante el proceso de construcción se tuvo noticia de que los restos de Fernández de Moratín iban a ser enterrados en la catedral de San Isidro, por lo que se decidió que, en la tumba prevista para él fuera sepultado, como así se hizo. Pero, comoquiera que hubo problemas para que Moratín fuera a San Isidro, al final hubo que añadir una nueva tumba al mausoleo.
Pero el “baile” de restos no acabo ahí,
pues en 1919, los de Goya fueron llevados a la ermita de San Antonio de la
Florida, donde reposan bajo la cúpula que, con los milagros de San Antonio,
había pintado él.
Recientemente, Hispania Nostra alertó
sobre el estado de abandono en el que se encuentra este panteón de hombres
ilustres, donde la tumba de Goya permanece vacía.
En un próximo artículo comentaremos los mausoleos existentes en ese “Panteón de España” que ha dado origen a este artículo, interesantes como obra escultórica y por la importancia histórica de los personajes que allí se encuentran.
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