martes, 13 de septiembre de 2022

Iglesia parroquial de Boquiñeni

 

         En Boquiñeni existió una iglesia parroquial que, bajo el título de la Asunción de Nuestra Señora, llegamos a conocer. Esta imagen en color, procedente de una diapositiva, fue realizada por nosotros en los años 70 del pasado siglo.


         Esta otra, en blanco y negro, aparece en la página de los Campaners de la Catedral de València y su autora es Nieves Latorre Manero, estando datada hacia 1970. En ambas, puede verse la curiosa torre de planta cuadrangular con remate almenado, que no debía ser muy antiguo. De su interior no conservamos imágenes, por lo que ignoramos sus características.


         El templo fue derruido con posterioridad a las fechas citadas y fue edificada uno nuevo, en ladrillo visto y planta rectangular, siguiendo la moda imperante en aquellos años que algunos, con gran optimismo, califican de “nueva arquitectura religiosa” y de la que en la página del Ayuntamiento se indica que “no tiene estilo definido”.


         Como puede apreciarse en la imagen el interior del templo es de planta rectangular, con sus muros forrados de madera y ventanales en uno de ellos. El testero tiene una configuración peculiar, dado que no dispone de altar mayor, estando dividido en dos espacios diferenciados. 


En uno de ellos y colocados sobre ménsulas se encuentran tres imágenes de producción industrial. En el centro, la Asunción, titular de la parroquia y a sus lados San Gregorio Ostiense y San Miguel, dos de los Patrones de la localidad.



         Separado por una verja y la pila bautismal, se encuentra el retablo del Santo Cristo de la Capilla, el tercer Patrón del Boquiñeni, al que se le atribuye el milagro obrado por el 24 de mayo de 1864, cuando los vecinos de la localiad, ante la gran sequía que estaban padeciendo, decidieron sacar la venerada imagen en rogativa, llevándolo a la ermita de San Miguel. Nada más aparecer por la puerta del templo, comenzó a llover por lo que, ante este prodigio, decidieron celebrar una fiesta en su honor todos los años en esa fecha. A ella se unieron, no hace demasiado tiempo la de San Gregorio (el 25 de mayo) y San Miguel (el 26 de mayo), agrupando todas en unas mismas fiestas, al margen de las fechas en las que la Iglesia las conmemora.


         El retablo que, como los restantes de la iglesia, procede del antiguo templo, fue repintado y, posiblemente, la imagen de la Virgen del Pilar que aparece en el ático pudo sustituir al escudo de armas del donante.



         Lo mismo sucede con el que ahora tiene como titular a la Virgen del Rosario, evidentemente reaprovechado pues inicialmente tuvo que albergar un lienzo. En el ático una representación del Espíritu Santo sustituyo también a las armas del donante.



         Hay un tercer retablo muy alterado que ahora está dedicado a la Virgen del Pilar, cuya imagen se dispone sobre el lugar que ocupaba la tabla central. Las que la flanquean apenas son visibles por las flores y el oscurecimiento propio del tiempo. En el ático un Calvario y sobre él aparece el anagrama “JHS”, todo muy propio de un taller contemporáneo zaragozano.


         En cuanto al resto del exorno, encontramos un lienzo de la Divina Pastora, una advocación directamente relacionada con la Orden capuchina. A la derecha, la imagen feroz del lobo que representa al demonio amenaza a las pacíficas ovejas que pastorea la Virgen, pero San Miguel acude presto a enfrentarse con la amenaza de Satán.


         San Miguel luchando contra el demonio, mientras lo contempla la Virgen con su Hijo, está representado en este otro lienzo. No hay que olvidar que el Arcángel es el Patrón de la localidad.


         Mayores problemas nos presenta este otro lienzo, en bastante mal estado (debería ser restaurado) dividido en dos niveles. En el superior, está la Santísima Trinidad, mientras que en el inferior aparecen San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, facilmente identificables. El primero revestido con casulla y anagrama “IHS” en un círculo. El segundo llevando en la mano la Cruz y unas azucenas, que son sus atributos personales.

         Entre ellos, aparece un Santo arrodillado, con las manos juntas y sobre nubes, cuyo hábito puede ser propio de los capuchinos o de los franciscanos alcantarinos pero, comoquiera que carece de atributos, dejamos la cuestión de su identificación en manos de mejores especialistas.






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