lunes, 26 de septiembre de 2022

Venta del agua del Campo

         El sábado, a las siete en punto de la tarde, tuvo lugar a las puertas de la Casa Consistorial la recreación de la antigua ceremonia de la venta del agua del término del Campo. Fue el 29 de septiembre de 2002 cuando se llevó a cabo la última venta real, como explicó D. Alfredo Sánchez Pablo, entonces Ministro del Campo y quien dirigió aquella subasta.


         Para quienes no lo hayan conocido, todas las tardes de verano se procedía en ese lugar a la venta del agua, mediante el procedimiento de su subasta. Lo que se vendía era el agua recogida en el estanque del Campo, de la que el comprador podía hacer uso, desde la salida del sol siguiente a la venta, hasta la puesta del sol. Con ella, regaba los campos de su propiedad y, comoquiera, que podía tratarse de parcelas alejadas unas de otras, había que conducirla hasta ellas, por acequias de tierra (en la mayoría de las ocasiones), lo que ocasionaba notables pérdidas.


         Los que pretendían adquirir el derecho a regar, formaban un semicírculo en torno al vendedor que daba inicio a la subasta a partir de una cantidad inicial que iban elevando los compradores, muchas veces peseta a peseta o pujando más alto.



         Ayer, los presentes también pujaron en pesetas, como antaño, y fueron elevando considerablemente la postura inicial, estimulados por el vendedor que utiliza las frases: “A la una, hay quien supere la cantidad de x pesetas”; “A las dos, que se apercibe el remate”.


         Cuando comprobaba que ya no había más personas que elevaran la última cantidad, se descubría (no lo hizo el sábado pues ya no utilizaba boina, a pesar de su amor por las tradiciones) y procedía a adjudicar el agua desde la salida a la puesta del sol, advirtiendo, en nombre del Presidente del Sindicato, las penas en que incurrirían quienes obstaculizaran el uso del agua, por parte de la persona a la que había sido adjudicada.



         En este caso, le fue adjudicada a D. Jesús Javier Moros, tras una animada subasta que se prolongó más de 15 minutos, a pesar del tiempo desapacible que reinaba en la plaza. Tras firmar el correspondiente recibo, le fueron entregadas simbólicamente las llaves de la caseta del estanque. No se alcanzó la cifra más elevada registrada en la historia próxima de estas ventas que, según nos comentó D. Alfredo Sánchez fue de 195.000 pesetas.


         El tiempo transcurre con enorme rapidez y nos sorprendió comprobar que, entre los presentes, había bastantes personas que no habían presenciado nunca una de estas ventas, aunque para nosotros era algo habitual cada verano, al igual que los comentarios que se hacían sobre los altos precios alcanzados cuando el calor y la sequía apretaban y era preciso regar ese término en el que predominaban los olivos y las viñas, aunque hubo un tiempo en el que fueron talados muchos de los primeros para cultivar panizo (maíz), que requería más agua.


 

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