miércoles, 21 de septiembre de 2022

Heráldica del nuevo obispo

 

Desde la Edad Media, abades, obispos, cardenales y pontífices, entre otros eclesiásticos, vienen adoptando escudos o blasones propios, desde el momento de su consagración o elección, cuya configuración responde a unas reglas de lo que se ha dado en llamar “Heráldica eclesiástica” que no siempre se ajusta a las reglas generales de la Heráldica.

En el último número de Iglesia en Tarazona se dio a conocer el blasón que el nuevo obispo D. Vicente Rebollo Mozos ha adoptado, siguiendo la tradición, el cual figurará desde ahora en su sede de la catedral y en los documentos que se editen.


Su diseño responde al modelo habitual, regulado por San Pío X, mediante el “motu proprio” Inter multiplices cura del 21 de febrero de 1905, en el que, entre otras cosas se establecía que los correspondientes a los obispos debían ir timbrados con capelo de sinople (verde), guarnecido con dos cordones, también de sinople, entrelazados y colgantes a ambos lados, formando seis borlas cada lado, colocadas de a 1, 2 y 3 en la última fila. Acolado al escudo, en el lado diestro una mitra y en el siniestro un báculo, aunque ha terminado por imponerse la cruz recta de oro con un solo travesaño.

Debajo figura el lema o mote adoptado para su pontificado. En este caso: “Dilexit me et traditit pro me” (Me amó y se entrego por mi), tomado de la carta de San Pablo a los Gálatas (Ga 2, 20).


En cuanto al escudo propiamente dicho, cada uno elige el diseño que considera más apropiado. En tiempos pasados solían usar sus armas personales o lo cuartelaban con las de las ciudades a las que se sentían especialmente vinculados, como en el caso del cardenal Casanova en cuyo primer cuartel colocó las de su ciudad natal, Borja, y en los restantes las de aquellas localidades en las que ejerció su ministerio pastoral.

Actualmente, prefieren transmitir el mensaje o ideario que inspira su pontificado, aunque sin olvidar las referencias a su trayectoria vital. Por ello, el nuevo obispo de Tarazona ha optado por un escudo partido en uno de cuyos cuarteles aparece la imagen del Buen Pastor, como expresión de su principal labor episcopal, con alusión al Misterio Eucarístico representado por las espigas y el racimo de uvas que se sitúan abajo. En el otro cuartel, el búcaro con flores representa a la Virgen María que, en el Misterio de la Asunción es venerada en la catedral de Burgos, de donde procede el nuevo prelado y, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Zarza, lo es en su localidad natal.

Nunca han sido especialmente estrictos los encargados de diseñar los escudos eclesiásticos en cuanto a las reglas de la Heráldica. La de no cargar metal sobre metal o esmalte sobre esmalte no suele ser siempre respetada. No es el caso que nos ocupa en el que se han elegido como campos el oro y el azur con piezas esmaltadas en el primer caso y de plata en el segundo. Piezas que, en su diseño y ubicación, son un tanto imaginativas.


         Respecto al búcaro con tres flores, como símbolo mariano, es un motivo muy utilizado tradicionalmente. Figura en los escudos de diferentes cabildos cuyas catedrales tienen a la Virgen como titular. El que mostramos corresponde a Salamanca, pero podríamos poner otros muchos ejemplos.



         También fue elegido por el arzobispado de Valladolid, al margen del propio de cada arzobispo y es una pieza presente en la heráldica de numerosos municipios españoles. Mostramos aquí el de Galaroza (Huelva), entre los muchos ejemplos existentes.


         Menos frecuente es la presencia del Buen Pastor, aunque hay ejemplos. El más antiguo que conocemos es el de las armas de monseñor Tiberio de Jesús Salazar y Herrera (1871-1942), que fue obispo de Manizales y, posteriormente, arzobispo de Medellín (Colombia). Ajeno por completo a las normas heráldicas, se asemeja más a un cromo que lo que debe ser un escudo.


         También está presente en el escudo del actual arzobispo de Pamplona-Tudela D. Francisco Pérez González que, curiosamente, también incorpora los símbolos eucarísticos, aunque con un diseño mucho más acertado, llevando en punta las cadenas de Navarra.


En el resto del mundo, lo encontramos también en algunos casos de obispos americanos, como monseñor Carlos Alfredo Cabezas Mendoza (1966), segundo obispo de la diócesis de Punto Fijo (Venezuela), que fue ordenado sacerdote por San Juan Pablo II, por lo que incorpora las armas de ese Pontífice en su propio escudo.


         O el de monseñor Rubén Antonio González Medina C.M.F. (nacido en 1949) obispo de la diócesis de Ponce (Puerto Rico). En este caso, ha modificado su escudo en varias ocasiones para adaptarlo paulatinamente a las normas del blasón. Cabría preguntarse si, finalmente, se cumplen pues la piña tropical (ananas) de oro aún carga sobre plata, salvo que se interprete que está representada “en su color”.









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