Enrique Lacleta ha estado en la Estanca
y, con paciencia, ha captado muchas imágenes de la vida que bulle en torno a
sus aguas, ahora mucho más bajas en cuanto a su nivel, respecto a lo que suele
ser habitual en otras épocas.
Son fotografías bonitas de aves, insectos y también de crustáceos como las que vamos a mostrar hoy, dado que le impresionaron vivamente.
En las zonas que han quedado al descubierto al bajar las
aguas, pueden verse las numerosas madrigueras, excavadas por los cangrejos
americanos (Procambaruis clarkii) que abundan en la Estanca. Se trata de
una especie calificada de invasora que ha acabado con la mayor parte de la
población de cangrejo de río ibérico (Austropotamobius pallipes lusitanicus)
que habitaba en nuestros cursos de agua. No sabemos si los hubo en la Estanca; posiblemente
sí, pero desaparecieron por completo cuando llegó o fue introducido este otro
cangrejo, mucho más feroz y de menor interés gastronómico.
El cangrejo rojo es un gran excavador que ocasiona serios daños. En las zonas sin agua construye en el barro sus madrigueras, para protegerse, creando esos montículos característicos.
Enrique los ha fotografiado trabajando
incansablemente, completamente cubiertos de barro o disfrutando de sus obras ya
terminadas, bien a través de las bocas o emergiendo sus pinzas por alguna de las
aberturas.
Pero, lo que verdaderamente
impresionaba era el contemplar las grandes luchas entre cangrejos, cuando uno
de ellos intentaba desalojar a otro de su madriguera.
Terribles combates a muerte, utilizando
sus potentes pinzas con las que trababan a las de adversario, intentando cortarlas.
Los más fuertes terminaban por
imponerse y los cadáveres de los derrotados quedaban sobre el lecho, aunque en
muchas ocasiones eran canibalizados, como muestran esta y otras imágenes
captadas por Enrique.
Pero los vencedores o supervivientes de
estos terribles enfrentamientos también quedaban marcados con la amputación completa
o parcial de alguna de sus pinzas, lo que sin duda les restaba capacidad
combativa para el futuro.
Otras imágenes captadas por Enrique son
las que muestran lo que parece ser estos acúmulos con restos de caparazones de
crustáceos que, en su opinión, pueden ser egagrópilas regurgitadas por las garzas
reales y que se alimentan de esos cangrejos y de pequeños pececillos.
No es de extrañar que Enrique haya
resumido su experiencia con la frase “Vida y muerte en la Estanca”, algo que
por otra parte es lo habitual en la Naturaleza, muy lejos de esa imagen
bucólica que nos suelen presentar, en contraste con la maldad humana.
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