El pasado día 24, Heraldo de Aragón recordó en su sección “Hace 100 años” la publicación de una entrevista con el ventrílocuo borjano Francisco Castillo, “Caballero Castillo”, a través de la cual tuvimos conocimiento de la existencia de este artista de nuestra ciudad que había pasado desapercibido aquí.
Reprodujimos en nuestro blog, el 10 de
julio de 2019, esa entrevista que había sido publicada con ocasión de la Feria
de Borja de 1922 y que firmaba “El fantasma del Huecha”, seudónimo muy de la
época que ocultaba la identidad del gacetillero que es posible fuera D. Emilio
Alfaro Lapuerta. Lo que sí aparecía clara era la identidad del fotógrafo que
realizó la imagen que ilustraba la entrevista, al que el “fantasma” se refiere
como “el insigne Méndez”, aludiendo a D. Manuel Méndez León, entonces residente
en nuestra ciudad, donde ejerció como fotógrafo.
Tras conocer su existencia, pudimos
saber que se trataba de Francisco Castillo Blasco, hijo de D. Juan Castillo y
Juliana Blasco, que había sido bautizado en Santa María el 26 de abril de 1876.
Salió de Borja a los 16 años para trabajar como acróbata en una compañía barcelonesa de circo, con la que estuvo en América, seis años en los Estados Unidos y cuatro en Sudamérica. Allí aprendió el inglés y el portugués, hasta que, cansado del trabajo mecánico de un acróbata, decidió iniciarse como ventrílocuo, logrando triunfar con los muñecos que él mismo fabricaba, adoptando el nombre artístico de “Caballero Castillo”.
Las actuaciones de Castillo eran
celebradas por su excelente presentación en la que tomaban parte su “compañía”
de autómatas, compuesta por 25 muñecos mecánicos, entre ellos los populares
Pinocho y Matías, aunque seguía incorporando otros que, como hemos dicho, eran
de fabricación propia. Así, en 1928, el diario canario Las Noticias daba
cuenta del debut de un nuevo personaje: Pipo Musical, preguntándose si era
hombre o muñeco, debido a su gran realismo. Lo cierto es que triunfó en España
y en América, donde sus giras y actuaciones fueron constantes, siendo acogido
con entusiasmo en los mejores teatros de cada país.
Nuestro artículo en el blog tuvo
reflejo inmediato en Heraldo de Aragón en donde, poco después, Antón
Castro publicó un extenso reportaje que tituló: “El ventrílocuo Castillo, de
Borja: de la gloria al más cruel olvido”. Era cierto, pues su recuerdo se había
olvidado en la ciudad que le vio nacer. Lo rescatamos entonces y volvemos a hacerlos
ahora, porque se lo mereció por su Arte y por las numerosas pruebas de amor que
dio hacia Borja.
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