Ha sido en el nuevo portal de la Real Academia de Historia donde hemos tenido noticia de la existencia de un destacado militar, natural de nuestra ciudad, del que hasta el momento nada sabíamos. Pero, lo cierto es que el 13 de diciembre de 1765 nació en Borja Francisco María Pablo Chaperón Labarca (o de la Barca), hijo del Teniente Coronel del Regimiento de Dragones de Sagunto y de Dª. María Antonia Labarca, distinguida dama de la Corte.
No sabemos las razones por las que vino
al mundo en esta ciudad a la que nunca regresó. Es posible que su padre
estuviera destinado, con su regimiento en el cuartel de Caballería de la calle
Belén, que aparece señalado con una flecha; monumento importante para Borja y
para España, dado que quedan muy pocos cuarteles del siglo XVIII, aunque en
este caso también está en riesgo de desaparición.
El caso es que el joven Francisco,
siguiendo el ejemplo de su padre, ingresó como cadete en ese Regimiento de
Dragones de Sagunto, el 3 de diciembre de 1777, cuando estaba a punto de
cumplir los doce años, iniciando una brillante carrera militar que le llevaría
a alcanzar los más altos empleos.
El 4 de febrero de 1792, cuando tenía
26 años y ya era capitán, contrajo matrimonio en el Real Sitio de Aranjuez con
Dª. Juana Cortés Solís, camarista de la infanta Dª. María Amelia de Borbón,
cuarta hija de Carlos IV de España y de su esposa, Dª. María Luisa de Parma y, por
lo tanto, hermana del futuro Fernando VII.
Con su regimiento tomó parte en
destacados acontecimientos militares, como la reconquista de Menorca o el bloqueo
de la plaza de Gibraltar; en este último caso embarcado en las baterías flotantes
que tan triste final habían tenido el primer sitio.
También participó en la Guerra contra
la Convención, pero donde se cubrió de gloria fue en la de la Independencia,
tras haber logrado huir de Madrid, al inicio de la misma. El 15 de julio de
1808, estuvo presente en el ataque a Miranda de Ebro, donde resultó herido,
siendo ascendido a Teniente Coronel por el valor demostrado.
Tras haber tomado parte en diversas
acciones, con fuerzas de Infantería y Caballería, en enero de 1809 fue agregado
al 2º Regimiento de Caballería de Dragones de Lusitania y ese mismo año ascendió
a Coronel.
Volvió a ser herido durante la retirada
desde Carmona a la isla de León, el reducto que, junto a Cádiz, nunca pudieron
tomar los franceses y, en una arriesgada acción, defendiendo la isla, fue alcanzado
en la mano derecha por una bala, ocasionándole lesiones que tuvieron graves
consecuencias.
A finales de 1810, pasó destinado al
Regimiento de Villaviciosa y, con él, participó en la batalla del pinar de Chiclana
y en otros enfrentamientos en los que destacó por su valor, permaneciendo junto
a sus soldados, a pesar de las molestias que le ocasionaba la herida de la mano
derecha que fue complicándose hasta ser necesario amputársela, momento en el cual
pasó al retiro con el grado de Brigadier.
Al finalizar la guerra, se encontraba en
Sevilla, recuperándose aún de su herida. Siempre se manifestó contrario al movimiento
constitucional iniciado en Cádiz y, cuando en mayo de 1814, se produjo el
alzamiento en favor de Fernando VII, el pueblo sevillano lo proclamó Gobernador
Político y Militar de la ciudad, mostrando su agradecimiento con proclama que
reproducimos. De esa época quedan también otros impresos firmados por él,
siempre a favor del monarca.
No es de extrañar que, durante el
Trienio Liberal, fuera objeto de especial vigilancia. Destinado en Cataluña, el
Capitán General lo nombró Gobernador de la plaza de Hostalrich, una pequeña localidad
gerundense, con la intención de que fuera estrechamente vigilada su conducta.
Poco después, fue encarcelado en Mataró, donde permaneció hasta el
restablecimiento del absolutismo.
Encargado de la seguridad de uno de los
distritos madrileños, el 17 de julio de 1824 fue nombrado Presidente de la Comisión
Militar de Madrid y, a comienzos de 1825, ascendido al empleo de Mariscal de
Campo.
Su conducta durante esa época, ha sido objeto de fuertes críticas
por parte de determinados autores. El propio Pío Baroja escribió que iba a las
ejecuciones con uniforme y lleno de condecoraciones, y hasta tiraba de los pies
a los ahorcados. El ir vestido de uniforme era lo reglamentario si tenía que
estar presente; en cuanto a tirar de los pies de los condenados, lejos de ser
considerado como manifestación de sadismo, podría ser interpretado como una
muestra de piedad, dado que hubo épocas en las que se permitió que los deudos
de los condenados se situaran bajo la horca, para que, tirando de las piernas,
aceleraran la muerte del reo y le evitaran sufrimientos. También es mencionado
en dos de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós: El terror de 1824
y Un voluntario realista.
Destinado en Cáceres y Zaragoza, con la
salud muy quebrantada regresó a Madrid en 1831. Por razones que ignoramos, en
1832 fue confinado en el castillo de San Anton de La Coruña y, aunque al parecer,
había regresado a Madrid en 1836, lo cierto es que falleció en La Coruña el 20 de
enero de 1839.
Desparecía así un militar, nacido en
nuestra ciudad, que ha sido presentado como furibundo realista (que lo fue) y terrible
represor (durante su etapa final), del que queremos recordar, ante todo, su
faceta de heroico militar durante todas las guerras en las que participó,
siendo herido en siete ocasiones: en cuatro por bala y en tres por sable,
haciéndose acreedor a las siguientes condecoraciones: Benemérito de la Patria;
Cruz de la Batalla de Chiclana; Flor de Lis de S. M.; Cruz por la retirada de
la Isla de León del ejército de Alburquerque y las de Tarifa y Tercer Ejército;
Cruz concedida a los que se fugaron de Madrid en el año 1808 para integrarse en
los ejércitos españoles; Cruz de San Hermenegildo y Gran Cruz de la misma
Orden; Cruz de 1.ª clase de la Real y Militar Orden de San Fernando y Cruz de
Fidelidad Militar de Primera Época.
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