Localizado un buen retrato de Mariquita Navas

 

         Juan Ignacio Ibáñez Castranado, que se está revelando como un excelente investigador, nos ha traído el retrato de María de los Ángeles de Navas, conocida con el nombre familiar de Mariquita Navas, perteneciente a una de las más importantes familias de Mallén y, protagonista de una increíble historia de amor con el oficial francés Antoine-Louis Eugène Weyler, que había llegado a esa localidad en 1809 como comandante habilitado de la 4ª compañía del 11º batallón del tren de aprovisionamiento del Tercer Cuerpo del Ejército Imperial.

         Lógicamente, la familia se opuso a su relación con un miembro del ejército invasor, pero la voluntad de Mariquita se impuso y terminó contrayendo matrimonio con él, marchando después a Francia donde Eugéne Weyler llegó a desarrollar una brillante carrera al servicio de la monarquía, siendo creado barón de Weyler de Navas, ya que quiso unir su apellido al de su esposa, con la que tuvo descendencia.

         En estos momentos, Juan Ignacio está llevando a cabo un estudio sobre esta bellísima historia, de la que ya había dado noticia D. Guillermo Carranza en uno de los Cuadernos de Belsinon, a partir de los numerosos documentos que se conservan en el fondo Zapata de nuestro archivo.

         El retrato que estamos comentando se conserva en el palacio que la familia Navas y Benedy tuvo en Mallén. Según tradición, transmitida oralmente, se trata de un autorretrato ya que, al parecer, fue pintado por la propia Mariquita.

 

         Juan Ignacio se ha percatado que en el medallón que pende de la cinta negra en torno al cuello de Mariquita se adivina la figura de un varón. ¿Se trata de Eugenio Weyler?

         De la pareja sólo disponíamos hasta ahora de estos retratos con mala resolución. Mariquita, que ya era algo mayor, no se parece demasiado a la jovencita, casi adolescente, del retrato de Mallén. Es cierto que el peinado es muy diferente en uno y otro lugar. Además, en el primero su expresión es de preocupación y parece denotar cierta tristeza, mientras que en el segundo está representada como una mujer serena, aunque sin desprenderse de esa melancolía que le acompañó durante buena parte de su vida, debido al dilatado contencioso que mantuvo con su familia y que tardó mucho en resolverse.