El Rolde de Estudios Aragoneses ha editado con el número 73 de sus “Cuadernos de Cultura Aragonesa”, la obra de Carmen M. Zavala Arnal que lleva por título La Música en el escultura pública aragonesa. Temas, obras e itinerarios didácticos que presenta un recorrido por todos aquellos monumentos, relacionados con la Música, que pueden admirarse en las calles, plazas o parques de nuestra comunidad.
Tras una introducción y una alusión a
la iconografía musical en el románico aragonés, presenta los monumentos, a
través de cuatro apartados temáticos: La jota aragonesa, el dance y otras músicas
de danza y de raíz, bombos y tambores de la Semana Santa aragonesa, y músicos
célebres.
Es en el capítulo dedicado a la jota
donde se incluye, con una buena fotografía de Juanjo Bona el monumento a la
Magallonera, obra de Marta Soto, ubicado en la plaza de la Constitución de
Magallón. En el mapa, donde se señalan los municipios que cuentan con un monumento
a la jota, aparece también Fuendejalón, pero nos ha sorprendido que no se le
mencione en el texto. Como es sabido, frente a la iglesia parroquial hay una fuente
de piedra artificial, rematada por las pequeñas figuras de dos joteros, hombre
y mujer.
En el capítulo del dance se menciona el
monumento a los danzantes, situado junto a la iglesia parroquial, con una
fotografía de Berta Casado, pero ni en el texto ni, tan siquiera, en el mapa,
se alude al monumento existente en Luceni, en el jardín de la Casa Consistorial,
lo que nos ha parecido llamativo, pues es bastante conocido y sobre él hemos publicado
algún artículo en este blog.
Otra obra que nos han remitido es la de
Héctor Vicente Sánchez, que lleva por título Las vidas de un republicano.
Sebastián Banzo y su entorno (1883-1956), prologada por José Luis Melero.
En ella se relata la peripecia vital de
este destacado político aragonés, que llegó a ser, tras la proclamación de la
II República, el primer alcalde de Zaragoza y diputado en las Cortes Constituyentes.
Iniciado en la Masonería, fue un firme
defensor del laicismo y el librepensamiento, así como de los llamados valores
progresistas a los que había consagrado su vida, desde el campo de la actividad
política o en el del periodismo.
Al finalizar la guerra civil, se exilió
en Francia y falleció en Rennes, tras sufrir duras pérdidas como la de su hijo,
miembro de la Resistencia, capturado por los alemanes, y, más tarde, el
fallecimiento de su esposa y el de su hija Aurora.
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