El hecho de que varios de los actos de la pasada Semana Santa en Borja tuvieran lugar por la noche ha permitido que algunas personas se percataran de que la fachada de la sede de la comarca de Campo de Borja está iluminada con los colores amarillo y azul de la bandera de Ucrania, como expresión de apoyo a esa nación que está sufriendo las consecuencias de una terrible guerra.
La bandera ucraniana está también en el
balcón central de la Casa Consistorial, aunque estos días estaban decorados con
los tapices rojos de las grandes ocasiones. La hemos visto en otras localidades,
como en Ablitas, localidad de la que tenemos pendiente de ofrecer el reportaje
que realizamos.
Desde el inicio de la guerra han sido
muchas las muestras de solidaridad que ha recibido el pueblo ucraniano, entre las
que destaca la acogida dispensada a los millares de desplazados que han huido
de los bombardeos. Nuestra ciudad no ha sido ajena a ese movimiento y entre
nosotros se encuentran varias personas que han encontrado aquí un lugar seguro.
Pero no debemos equivocarnos, la guerra
no ha terminado y la reacción unánime de condena a Rusia que se desató en los
primeros momentos, junto con las sanciones impuestas y la entrega de material a
las fuerzas ucranianas, se ha visto parcialmente quebrada por la dependencia de
algunos países europeos respecto al gas ruso. Por otra parte, comienzan a
aflorar los problemas derivados de la necesidad de atender a varios millones de
refugiados sin un límite concreto de permanencia.
La aparente calma de estos días en los
frentes de batalla parece ser el preludio de una nueva ofensiva rusa que
pretende paliar los reveses sufridos en una campaña mal planificada en la que
no logró alcanzar los objetivos previstos.
Uno de ellos era la toma de Odessa y
para ello estaban alistados tres buques de desembarco que debían colaborar con
las fuerzas que debían llegar a la ciudad por tierra, pero el 24 de marzo de
2022, un misil ucraniano impactó en el BDK-65 Sarátov cuando se
encontraba atracado en el puerto de Berdiansk, al este de Odessa.
Inicialmente se creyó que el buque
alcanzado era el BDK-69 Orsk, perteneciente a la misma serie clase Tapir,
pero la pérdida del Sarátov era aún más importante, dada su condición de
líder con numeroso material a bordo.
Los barcos de clase Tapir fueron
construidos entre 1964 y 1975, por lo que ya tienen una respetable antigüedad.
El Sarátov entró en servicio en 1966 y era uno de los cuatro que quedaban
en servicio de los 14 construidos. Con 112,80 metros de eslora y 15,3 de manga
tenía un desplazamiento de 4.700 toneladas a plena carga.
Pero, además, también resultaron dañados,
bien por los misiles o por el fuego propagado desde el Sarátov, otros dos
buques de desembarco de la clase Ropucha, el Caesar Kunikov y el Novocherkassk.
Estos buques de 112,50 metros de eslora
y 15 de manga, tienen un desplazamiento de 2.200 toneladas. También tienen
muchos años de servicio, dado que el Caesar Kunikok BDK-64, con el
numeral 158 en su costado, fue dado de alta en 1986, mientras que el Novocherkassk
BDK-46, con el numeral 142, lo hizo en 1987. Estos dos barcos destinados en
la flota del mar Negro eran dos de los tres únicos que continuaban prestando
servicio de todos los de la serie.
Para quienes no conozcan la misión de
estas unidades, esta imagen es muy ilustrativa de cómo al llegar a la playa se
abren las portas de la proa para permitir la salida de los blindados y medios
mecanizados que transportan en su interior. De ahí que el ataque ucraniano
contra tres buques ha mermado considerablemente las posibilidades rusas para llevar
a cabo un desembarco.
Pero, si todo ello era grave para la
Armada rusa, mucho más lo fue el ataque perpetrado contra el crucero
lanzamisiles Moskvá que, tras una increíble y perfecta operación, fue
hundido el 14 de abril de 2022.
Este buque había sido botado en 1979
con el nombre de Slava, siendo el primero de una serie de tres cruceros.
Entró en servicio en 1982 y, tras una remodelación en 2000, fue rebautizado
como Moskvá. Con 186,40 metros de eslora y 20,80 de manga, tenía un
desplazamiento de 12.490 toneladas, estando dotado de un poderoso armamento, integrado
fundamentalmente por diversos tipos de misiles.
Tras unos momentos iniciales de incertidumbre
en los que las autoridades rusas informaron de una explosión interna y del
rescate de toda su dotación de 480 hombres, al final se confirmó su hundimiento
por la acción de los misiles ucranianos, de la muerte de su comandante y del
rescate de 54 hombres que permanecían a bordo por un barco turco. No se sabe
con certeza la suerte del resto de la dotación.
Teniendo en cuenta que estamos ante el
hundimiento del mayor buque de guerra desde la II Guerra Mundial y lo que supone
para la Armada rusa su pérdida, ya que era uno de los tres cruceros de su clase
y sólo cuenta con otros dos de la clase Kírov, de mayor porte, aunque sólo
está operativo el que aparece en estas imágenes, el Pietr Velikiy, ya
que el Almirante Nakhimov se encuentra sometido a obras de remodelación
que se prolongarán hasta el año próximo al menos, no nos cabe la menor duda de
que Rusia intentará compensar estas importantísimas bajas de su flota, con
acciones sobre territorio ucraniano de gran dureza.
Lo veremos en las próximas semanas, pero hay algo que no se puede olvidar y es que muchas de las guerras se ganan o pierden en la mar. No creemos que este caso constituya una excepción y, por lo pronto, el bloqueo naval a las costas ucranianas del mar Negro se ha quebrado, con lo que ello significa. Además, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las unidades de superficie ante los nuevos misiles y eso es algo que todos los Estados Mayores están ya tomando en consideración.
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