lunes, 18 de abril de 2022

En apoyo de Ucrania

 

         El hecho de que varios de los actos de la pasada Semana Santa en Borja tuvieran lugar por la noche ha permitido que algunas personas se percataran de que la fachada de la sede de la comarca de Campo de Borja está iluminada con los colores amarillo y azul de la bandera de Ucrania, como expresión de apoyo a esa nación que está sufriendo las consecuencias de una terrible guerra.



         La bandera ucraniana está también en el balcón central de la Casa Consistorial, aunque estos días estaban decorados con los tapices rojos de las grandes ocasiones. La hemos visto en otras localidades, como en Ablitas, localidad de la que tenemos pendiente de ofrecer el reportaje que realizamos.

         Desde el inicio de la guerra han sido muchas las muestras de solidaridad que ha recibido el pueblo ucraniano, entre las que destaca la acogida dispensada a los millares de desplazados que han huido de los bombardeos. Nuestra ciudad no ha sido ajena a ese movimiento y entre nosotros se encuentran varias personas que han encontrado aquí un lugar seguro.

         Pero no debemos equivocarnos, la guerra no ha terminado y la reacción unánime de condena a Rusia que se desató en los primeros momentos, junto con las sanciones impuestas y la entrega de material a las fuerzas ucranianas, se ha visto parcialmente quebrada por la dependencia de algunos países europeos respecto al gas ruso. Por otra parte, comienzan a aflorar los problemas derivados de la necesidad de atender a varios millones de refugiados sin un límite concreto de permanencia. 


         La aparente calma de estos días en los frentes de batalla parece ser el preludio de una nueva ofensiva rusa que pretende paliar los reveses sufridos en una campaña mal planificada en la que no logró alcanzar los objetivos previstos.

         Uno de ellos era la toma de Odessa y para ello estaban alistados tres buques de desembarco que debían colaborar con las fuerzas que debían llegar a la ciudad por tierra, pero el 24 de marzo de 2022, un misil ucraniano impactó en el BDK-65 Sarátov cuando se encontraba atracado en el puerto de Berdiansk, al este de Odessa.


         Inicialmente se creyó que el buque alcanzado era el BDK-69 Orsk, perteneciente a la misma serie clase Tapir, pero la pérdida del Sarátov era aún más importante, dada su condición de líder con numeroso material a bordo.

         Los barcos de clase Tapir fueron construidos entre 1964 y 1975, por lo que ya tienen una respetable antigüedad. El Sarátov entró en servicio en 1966 y era uno de los cuatro que quedaban en servicio de los 14 construidos. Con 112,80 metros de eslora y 15,3 de manga tenía un desplazamiento de 4.700 toneladas a plena carga.

         Pero, además, también resultaron dañados, bien por los misiles o por el fuego propagado desde el Sarátov, otros dos buques de desembarco de la clase Ropucha, el Caesar Kunikov y el Novocherkassk.



         Estos buques de 112,50 metros de eslora y 15 de manga, tienen un desplazamiento de 2.200 toneladas. También tienen muchos años de servicio, dado que el Caesar Kunikok BDK-64, con el numeral 158 en su costado, fue dado de alta en 1986, mientras que el Novocherkassk BDK-46, con el numeral 142, lo hizo en 1987. Estos dos barcos destinados en la flota del mar Negro eran dos de los tres únicos que continuaban prestando servicio de todos los de la serie. 


         Para quienes no conozcan la misión de estas unidades, esta imagen es muy ilustrativa de cómo al llegar a la playa se abren las portas de la proa para permitir la salida de los blindados y medios mecanizados que transportan en su interior. De ahí que el ataque ucraniano contra tres buques ha mermado considerablemente las posibilidades rusas para llevar a cabo un desembarco.


         Pero, si todo ello era grave para la Armada rusa, mucho más lo fue el ataque perpetrado contra el crucero lanzamisiles Moskvá que, tras una increíble y perfecta operación, fue hundido el 14 de abril de 2022.

         Este buque había sido botado en 1979 con el nombre de Slava, siendo el primero de una serie de tres cruceros. Entró en servicio en 1982 y, tras una remodelación en 2000, fue rebautizado como Moskvá. Con 186,40 metros de eslora y 20,80 de manga, tenía un desplazamiento de 12.490 toneladas, estando dotado de un poderoso armamento, integrado fundamentalmente por diversos tipos de misiles.

         Tras unos momentos iniciales de incertidumbre en los que las autoridades rusas informaron de una explosión interna y del rescate de toda su dotación de 480 hombres, al final se confirmó su hundimiento por la acción de los misiles ucranianos, de la muerte de su comandante y del rescate de 54 hombres que permanecían a bordo por un barco turco. No se sabe con certeza la suerte del resto de la dotación.



         Teniendo en cuenta que estamos ante el hundimiento del mayor buque de guerra desde la II Guerra Mundial y lo que supone para la Armada rusa su pérdida, ya que era uno de los tres cruceros de su clase y sólo cuenta con otros dos de la clase Kírov, de mayor porte, aunque sólo está operativo el que aparece en estas imágenes, el Pietr Velikiy, ya que el Almirante Nakhimov se encuentra sometido a obras de remodelación que se prolongarán hasta el año próximo al menos, no nos cabe la menor duda de que Rusia intentará compensar estas importantísimas bajas de su flota, con acciones sobre territorio ucraniano de gran dureza.

         Lo veremos en las próximas semanas, pero hay algo que no se puede olvidar y es que muchas de las guerras se ganan o pierden en la mar. No creemos que este caso constituya una excepción y, por lo pronto, el bloqueo naval a las costas ucranianas del mar Negro se ha quebrado, con lo que ello significa. Además, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las unidades de superficie ante los nuevos misiles y eso es algo que todos los Estados Mayores están ya tomando en consideración.

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